Susana Espinosa Gonzalbo es Licenciada en Medicina y Cirugía en 1983 por la
Universidad Complutense de Madrid. He trabajado como médico general y pediatra
en el INSALUD hasta 1993 aproximadamente, dedicándome posteriormente al
ejercicio privado de la medicina y la psicoterapia.
Durante la carrera apareció mi interés por los trastornos idiopáticos y por
aquellos que eran debidos a trastornos nerviosos, o a personalidades
“inestables”: la hipertensión emocional, la úlcera péptica, el cólon irritable,
el asma idiopático, etc. ¿Qué les ocurría a esas personas que presentaban ese
tipo de trastornos? Entre tanto cayó en mis manos “El arte de amar” de Erick
Fromm, que me “ordenó” la cabeza. Leí todos los libros que encontré de ese
autor. También a Carl Rogers, Bateson, Vallejo-Nájera y otros. Otro libro
importante fue “Los tónicos de la voluntad” de Don Santiago Ramón y Cajal.
Admiré profundamente la paciencia y la perseverancia de este hombre que logró
encontrar las fórmulas para teñir el sistema nervioso central y descubrir en
aquellas marañas que se veían en el microscopio la unidad funcional del mismo:
la neurona. En medio del sistema nervioso y basándose en el, estaba el complejo
funcionamiento del ser humano, con sus sentimientos, relaciones con su entorno y
con su cuerpo. Me llamó la atención lo bien que funcionaba el cuerpo físico,
teniendo en cuenta su complejidad y lo regular que funcionaban las mentes muchas
veces. ¿Por qué?
Pensé estudiar Psiquiatría, pero era muy difícil aprobar el MIR y poder
elegir esa especialidad. Sabía que dedicaría muchas horas de mi vida a trabajar
y era importante, por lo tanto, que sintiera un gran interés por lo que
decidiera hacer para estudiar, aprender, saber y ayudar lo mejor posible a
aquellos que buenamente pudiera. Opté por la formación privada como
psicoterapeuta cuando un psiquiatra me dijo que había un centro de formación
llamado Quipú y allí inicié los estudios de psicoanálisis y psicoterapia, no sin
dudas ni ambivalencias porque me alejaba de un terreno mucho más objetivo, como
es la medicina, para entrar en el mundo de las fantasías y del inconsciente, que
aparecían ante mis ojos como un campo demasiado subjetivo y teórico, en el que
algunas teorías chocaban con los conocimientos que había adquirido previamente.
Aprendí psicoanálisis, psicoterapia vincular, dinámica de grupos, etc.
El trabajo directo como médico de cabecera y como pediatra me abrió a un
mundo de diversidades humanas que desconocía. Aprendí mucho también de colegas
con mucha más experiencia que yo, quienes tenían ese conocimiento que no da la
universidad sobre las personas, sus padecimientos y sus vidas.
Realicé la formación en Quipu, luego en Elipsis (actualmente Forum) y otros
seminarios. Por otra parte, seguía leyendo a Eysenk, Desmond Morris, I. Eibl-Eibesfieldt,
Bateson, Watzlawick, etc. en fin, etología, etología humana, comunicación. Y
autores psicoanalíticos por supuesto.
En 1988 empecé a ver pacientes en psicoterapia. Colaboré como psiquiatra en
Quipú, en el Centro alba para la atención de drogodependencias, en ANAED
(Asociación nacional de ayuda a los enfermos depresivos).
La formación en Quipu fue muy interesante y no sólo la formación académica sino
el talante flexible y abierto que percibí allí. De hecho, he seguido vinculada
al Instituto Quipu mediante diferentes seminarios y, en los últimos años,
formando parte del Grupo Grita (ver enlaces) en el que hemos logrado formar un
grupo de buenos compañeros e ir evolucionando hacia la perspectiva relacional.
El año pasado nos propuso Alejandro Ávila impartir un curso de Psicoterapia
Relacional. Nos pareció estupendo y a ello nos estamos dedicando con ilusión,
interés y deseos de transmitir nuestros conocimientos.
|