Mi inicio en el campo de la psicoterapia psicoanalítica, antes que como vocación profesional, comienza como necesidad personal: es desde mi condición de paciente (del que sería mi primer tratamiento de tres), en el año 1982, desde tomo contacto por vez primera con esta disciplina y donde decido –al constatar sus resultados- formarme como psicoterapeuta de orientación psicoanalítica.
De ahí que haya agregado al título “cursos de posgrado” la condición de “cursos de pregrado”, ya que parte importante de mi formación tuvo lugar antes de licenciarme.
Comienzo mi formación en la Escuela de Psicología Social en España –dirigida hasta su regreso a Argentina por Hernán Kesselman- conectándome con las teorías de Pichón Riviere. Es curioso y significativo para mí que hoy, interesado como estoy, en el psicoanálisis relacional vea los aportes originales de Pichón en esta disciplina o, dicho de otra forma, vea cómo se entiende a Pichón Riviere como uno de los pioneros en pensar de manera diferente el psicoanálisis, engendrando así nuevas corrientes.
Cuando termino los tres años de formación, Pilar Errázuriz y Margarita Lorea, a la sazón almas mater de la Escuela, me contratan como observador de grupo (primero en la Escuela y luego en la institución que le sigue: “Escuela Taller de Psicología Social e Institucional”) para las siguientes promociones de alumnos. Sigo empapándome, ahora desde otro lugar, de las enseñanzas de Pichón Riviere.
Comienzo a leer a Freud en un seminario con Silvia Tubert. Descubro, gracias a la calidez, entusiasmo y rigor de la docente, la envergadura de la obra del padre del psicoanálisis y sus enormes aportes.
Conozco a Roberto Longhi, director de Acippia, y a Héctor Fiorini, director de programas de dicha institución.
Hago el curso completo de “Especialización en Psicoterapia”que Acippia ofrecía (3 años) y conozco una manera muy fecunda de entender la psicoterapia. Profundizo en ella durante los trece años en los que formo parte de Junta Directiva de Acippia, situación que me permite asistir a, prácticamente, todas las actividades de esta institución, bien como asistente, bien como organizador, presentando material clínico o trabajos teóricos. Formo parte del equipo docente de Acippia desde el año 1994 hasta el año 2006. En esta etapa de mi formación tengo la ocasión de conocer a muchos analistas y pensadores que me enriquecen tanto profesional como humanamente, destacaría a Arnoldo Liberman, Héctor Fiorini, Roberto Longhi, Mauricio Goldenberg, Rubén Zukerfeld, Carlos Nemirovsky, Santiago Kovadloff, Ariel Liberman, Maurice Corcos, Silvia Resnizky, Susana Mauer, Ramón Riera, entre otros.
Con la dicha de tener un gran amigo en el campo de la enseñanza, trabajo durante cuatro años como orientador psicopedagógico en el centro de ESO, San Javier, experiencia que me pone en contacto con otro punto de vista sobre la adolescencia, el funcionamiento grupal, institucional y familiar. Gozo, en el centro, de gran libertad a la hora de organizar mi trabajo y desarrollo varias líneas de abordaje de los muchos conflictos que aparecen en ese ámbito, el trabajo se desarrolla tanto en el plano individual como grupal, con alumnos, padres y docentes. Mucho del “E.C.R.O.-esquema conceptual, referencial y operativo- pichoniano” vuelve a hacerse práctica muchos años después, esta vez en una institución educativa.
Poco antes del año 2000 me encuentro con mi amigo Ariel Liberman en Paradox, me recomienda vivamente un libro de un autor desconocido para mí: S. A. Mitchell y el libro era y es: “Conceptos Relacionales en Psicoanálisis: Una Integración”. Así se abre, para mí, la puerta al psicoanálisis relacional. Más adelante, ya con Ariel en Madrid, me apunto a su seminario sobre el tema y se profundiza mi interés por esta manera de entender el psicoanálisis.
A comienzos de 2007 me incorporo a GRITA y me integro a Iarpp-España, dándole así cierta forma institucional y de pertenencia a mis intereses profesionales actuales
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