Reseña de Raúl Naranjo Valentín
Entre la vergüenza y la culpa.
Es este uno de esos no muy abundantes films que conmueven a la vez que te obligan a reflexionar, que aborda asuntos muy serios y trascendentes sin caer en visiones parciales o tranquilizadoras fabulas de héroes y villanos. La profundidad de la trama y las experiencias de los personajes son tan intensas e inabarcables que resulta muy difícil poder resumirlas. Así mismo, la magistral interpretación de los actores da un valor añadido de verosimilitud a la narración.
La historia se desenvuelve en tres momentos temporales que se corresponden con la adolescencia, juventud y madurez del protagonista masculino del film (Michael Berg). Y enlazado a este devenir de su vida, está de forma permanente la dramática historia de Hanna Schmitz, personaje que como los mejores rompecabezas se nos va descubriendo poco a poco, sin dejar de sorprendernos.
Cada uno de los personajes está revestido de una complejidad a la vez que una inocencia que no hace sino aumentar nuestro afecto y cercanía con ellos. Sin duda una de las grandes virtudes del film es poder presentarnos sujetos en toda su dimensión humana, con grandes cualidades y miserias, dejando que les veamos en esa desnudez y les apreciemos como tales: victimas y culpables, provocadores de sufrimiento y portadores de dolor. Nadie queda impune de su culpa, de su responsabilidad parcial en el dolor del otro, y a su vez todos tienen un porqué… que nos habla de su identidad y de su vergüenza a mostrar lo que desde fuera se intuye como no aceptable. Y en este entramado de secretos, rechazos, acciones y mucho dolor observamos la historia sin poder atrevernos a emitir un juicio culposo. El director, Stephen Daldry consigue arrastrarnos del tribunal y llevarnos a la comprensión empática del otro sin maquillar ni adornar una historia muy cruda y sincera.
Hay en el film un espacio central reservado para la relación y el encuentro entre dos seres humanos con trayectorias y recorridos muy diferentes que encuentran en el otro el complemento necesario para ese momento vital. Hanna arrastra el pasado tormentoso de la Alemania nazi y su participación en el episodio genocida del Holocausto. Al mismo tiempo arrastra una falta en su desarrollo, su analfabetismo, que es para ella incluso mas vergonzosa que su participación nazi. La vergüenza por la humillación frente a los otros tiene en Hanna un poder inhibitorio que la conduce a aceptar una condena y una culpa que supera los hechos reales. Sin embargo, todos estos elementos quedan fuera del encuentro inicial con Michael. En Michael cree encontrar un complemento que se ajusta bien a su situación: alguien sin experiencia, incapaz de juzgar o mirar más allá del deseo y sobre todo alguien que puede actuar por ella su pasión inalcanzable por la lectura. Por su parte, Michael encuentra en Hanna una fascinante puerta de entrada a la sensualidad y el deseo. Todo en esa relación es un descubrimiento para Michael, que de forma constante siente las dolorosas lecciones del aprendizaje. Él, no tiene que esconder un pasado, pero si un presente para su familia y amigos. Todo marcha bien mientras la relación se mantiene en unos términos secretos y fuera de la realidad social. Es una relación válida para ambos, pero inviable mas allá de los contextos íntimos y privados de sus encuentros. Y por eso termina…
La desaparición de Hanna permite a Michael continuar con su trayectoria vital, sus estudios, otras relaciones, etc. Hasta que años después el destino los cruza en una encrucijada mas compleja. En esta ocasión la vergüenza de ambos tiene consecuencias mas graves: Hanna no es capaz de destapar ante todos el mayor de sus secretos y Michael no encuentra la fuerza que le haga destapar su relación con Hanna. La vergüenza puede mas que la culpa … y la vida no perdona.
Pero sin duda el momento mas emotivo del film es aquel en el que Michael, ya en su adultez hace un intento de cerrar el circulo y evoca a través del cassette y el magnetófono los ecos del pasado y los momentos perdidos con Hanna. Hay en este acto, un anhelo por recuperar lo vivido, un intento de reparar lo dañado y un ávido deseo de comunicación con un otro que, aunque ausente, no ha dejado de estar presente en su vida. Y cuando parece que intuimos un feliz reencuentro entre ambos personajes, el film nos vuelve a situar en la complejidad de una relación, unos sentimientos y unos hechos que no dejan espacio para los finales felices y los desenlaces previsibles.
Creo que es, sobre todo, una historia sobre la vergüenza. Una vergüenza que hasta el último momento no encuentra un vía de escape al silencio. Finalmente, Michael puede compartir el secreto de su vida (y el secreto de Hanna) con las victimas y sobre todo con su hija. Es una liberación para si mismo y la liberación de una historia que ya no muere con él y que a nosotros nos llega de forma magistral y conmovedora.