Presentación
En uno de los últimos cursos se me entregó un trabajo en el que se analizaban tres personas, podríamos decir, observadas en su medio natural. La calidad del trabajo, tanto en lo referente a la observación clínica como a la posterior elaboración y redacción, me hizo pensar que su interés iba más allá del de un mero ejercicio escolar y que merecía dirigirse a un auditorio más amplio. Entre otras cosas, ilustra el hecho a menudo comentado de que no son los sujetos más trastornados los que solicitan ayuda psicoterapéutica, sino que acudir a consulta por propia iniciativa ya es un indicador de salud. Por otra parte, este artículo ilustra la idea de que no es fácil establecer un límite entre el funcionamiento normal y el claramente patológico, pues de las tres mujeres que aparecen aquí se podría decir que tienen una buena adaptación a su entorno laboral y familiar. Sobre las perspicaces deducciones y agudos comentarios que incluye no me extenderé en esta nota, sino que le deje al lector el disfrute directo de los mismos.
Mientras que la publicación de casos propiamente clínicos conlleva la autorización de los sujetos implicados y un cuidado especial para proteger su intimidad, aquí nos encontramos además con una situación que recomienda una decisión en cierto sentido complementaria. Es por ello que rogué a la autora que mantuviera su anonimato, propuesta que aceptó sin reservas.
Carlos Rodríguez Sutil