En el subtítulos ya nos anuncia claramente qué tipo de libro nos propone Stolorow, sobre todo cuando vemos la dedicatoria “To Emily running” (Emily es su hija, nacida de su segundo matrimonio) y en la siguiente página una cita de Martín Heidegger.
Stolorow, siguiendo sus reflexiones en torno a la naturaleza del trauma emocional, nos confrontará de nuevo con su propia experiencia de pérdida traumática, la de su primera esposa y colaboradora, Dede, e investigará a través de los conceptos Heideggerianos sobre la angustia y la resolución, las sensaciones de extrañamiento y alienación que forman parte de su propia vivencia traumática.
1. La contextualidad de la vida emocional
A diferencia de Descartes y su mito de la mente aislada, para Heidegger el ser de la vida humana es en-el-mundo, y subraya con su concepto de Befindlichkeit la dependencia del contexto de la vida emocional humana.
Acudiendo a textos suyos ya conocidos, nos recuerda su perspectiva sobre los origenes de la vida emocional y sus desviaciones. Resalta la importancia de la sintonía afectiva con los cuidadores y nos recuerda que los estados afectivos que no pudieron ser integrados por estar asociados a una falta de sintonía con el cuidador, se convierten en fuente de problemas emocionales a lo largo de la vida y de vulnerabilidad al trauma. Así, los afectos de miedo o dolor se vuelven traumáticos cuando la sintonía que el niño necesita para tolerarlos, contenerlos e integrarlos sus falla de forma catastrófica.
Una consecuencia de lo anterior es que el niño adquiere la convicción inconsciente de que sus anhelos y sentimientos de dolor son manifestaciones de algo odioso y rechazable que hay en él, lo que puede dar lugar a la emergencia de un self ideal, incompatible con ciertos estados afectivos. En el futuro, puede ser origen de gran resistencia en la transferencia.
Otra consecuencia es la constricción y estrechamiento de la experiencia emocional, rechazando sobre todo en el campo intersubjetivo toda relación que suponga la eclosión de los afectos rechazados
Así, en la relación terapéutica, será esencial la sintonización del analista con las emociones del paciente, y de la calidad de aquella dependerá el impacto de las interpretaciones. En el lenguaje de la teoría de los sistemas intersubjetivos, la expansión interpretativa de la capacidad del paciente para la concienciación reflexiva de viejos principios de organización ocurre de forma concomitante con el impacto afectivo y significados de las experiencias relacionales con el analista.
2. La contextualidad del Trauma emocional
Entrando ya en el trauma, comienza con una viñeta clínica para ilustrar cómo la la actitud e intervenciones sintónicas, comprensivas y aceptantes de la terapeuta permiten a la paciente poner palabras a lo que antes sólo podía expresar corporalmente. En estos casos, el modelo de Freud sobre el trauma no explicaría el proceso, ya que se centra en la idea de un aparato mental aislado en el que se produce una lucha contra la invasión de las energías instintivas.
En el caso relatado destaca la incapacidad de una madre para proveer a su hija de un “hogar relacional donde acoger los sentimientos dolorosos.
Afirma la contextualidad del trauma: “La intolerabilidad de un estado afectivo no puede explicarse sólo o principalmente sobre la base de la cantidad o intensidad de los sentimientos dolorosos evocados por un suceso traumático. El trauma se constituye en un contexto intersubjetivo en el que el dolor emocional severo no puede encontrar un hogar relacional en el que poder ser contenido.”.
La ausencia del adecuado ajuste y responsividad es lo que constituye en permanente y traumático el dolor .“El niño traumatizado no será capaz de desarrollar la capacidad para tolerar afectos y la habilidad para usarlos como señales. Así, los afectos dolorosos tenderán a crear la aparición de estados traumáticos”. Y esto ocurrirá cuando en el futuro se produzcan situaciones que remeden el trauma original, que confirmen los principios de organización patológicos consecutivos a aquel, o que desaparezca un vínculo que protege de la emergencia de tales principios originarios.
En ningún caso, opina Stolorow, la doctrina cartesiana se ha mostrado tan deletérea como en la conceptualización del trauma. Considera, también, que el temor a la retraumatización es una de las fuentes principales de la resistencia en el análisis.
3. La fenomenología del trauma y el absolutismo de la vida cotidiana.
Parte Stolorow de su propia experiencia emocional, cuando tras la muerte de su mujer, presentó su libro Contextos del ser durante unas conferencias, y al hacerse consciente de que no podía compartir ese momento de satisfacción con su esposa, se sumió en la tristeza. Durante la cena que siguió a las ponencias, se sintió entre todos aquellos colegas, muchos de ellos amigos, como un extraño, alguien ajeno a la vida de esa gente que le rodeaba. De aquí deriva su investigación sobre el sentido de tales sentimientos de extrañamiento y aislamiento que considera inherentes a la experiencia emocional del trauma.
Si se considera que la esencia del trauma emocional reside en los afectos intolerables y que tal intolerabilidad se crea en un contexto intersubjetivo caracterizado por la falta de sintonización, propone distinguir este caso de aquel en que el sujeto es incapaz de sentir la sintonía por su profundo sentimiento de singularidad construido en la experiencia del trauma por sí misma.
Dice Gadamer de que toda comprensión implica interpretación; la interpretación solo puede darse desde una perspectiva inscrita en la matriz histórica de la propia tradición del intérprete; así, la comprensión se da siempre desde una perspectiva cuyo horizonte está delimitado por la historicidad de los principios de organización del interprete, que Gadamer llama “prejuicios”, lo que plantea el problema de la comprensión de una cultura ajena. Esta reflexión le lleva a Stolorow a afirmar que: “No es que los traumatizados y los normales vivan en mundos diferentes; es que estos mundos discrepantes se viven como si fueran “esencial e irreparablemente inconmensurable
Stolorow recuerda la afirmación de Atwood de que las delusiones son ideas cuya validez no está abierta a la discusión, lo que supone una forma de absolutismo (al servicio de la defensa), y se interroga acerca de la función inconsciente del absolutismo en la vida cotidiana: vivimos, nos relacionamos sobre la base de hechos, afirmaciones que damos por supuestas, a modo de absolutos, lo que nos permite concebir un mundo estable y predecible. Es esencial en el trauma la catastrófica pérdida de este absolutismo, la pérdida de la inocencia que permanentemente altera el propio sentido de ser en el mundo. Y afirma: “la deconstrucción masiva de los absolutismos de la vida cotidiana desvela la ineludible contingencia de la existencia en un universo que es azaroso e impredecible y en el que no puede afirmarse la seguridad ni la continuidad de ser”. ....Por ello, la persona traumatizada no puede evitar percibir aspectos de la existencia que yacen fuera del horizonte absolutizado de la cotidianeidad normal. Es en este sentido en que el mundo de las personas traumatizadas es fundamentalmente inconmensurable con el de otros, el profundo abismo en que un angustioso sentido de extrañamiento y soledad cobra forma.
4. Trauma y Temporalidad
Otra dimensión de la conmoción que crea el trauma es “la ruptura del unificador hilo de la temporalidad, una consecuencia habitualmente encubierta por la disociación y la multiplicidad”. Para penetrar este fenómeno asociado al trauma, recurre a los filósofos continentales
Según Husserl, la experiencia del momento presente siempre conlleva el pasado y el futuro. Para Heidegger, la unidad extática de la temporalidad significa que toda experiencia vivida lo es siempre en las tres dimensiones del tiempo.
Stolorow propone su tesis de que esta extática unidad de la temporalidad (el stretching along between past and future) es devastadoramente perturbada en la experiencia del trauma emocional. Tal experiencia se vuelve un marco congelado en un eterno presente, o condena al sujeto a retornar a ella perpetuamente. Esta profunda perturbación de la temporalidad hace que la persona viva en otra clase de realidad, una realidad incompatible con la de los otros.
La experiencia de la mismidad o sentimiento de self, es para Heidegger la comprensión del propio ser, y el fundamento ontológico del sentido del propio ser es la temporalidad. Así, el trauma, al alterar la estructura de la temporalidad, rompe el sentido de unidad de la mismidad.
Sugiere Stolorow que los fenómenos clínicos de disociación y multiplicidad pueden además ser comprendidos en términos del impacto de contextos traumáticos sobre la desorganización y reorganización del propio sentido de ser-en-el-tiempo.
5. Trauma e “Inconsciente ontológico”
Stolorow nos acerca a su experiencia personal de la pérdida traumática de su esposa y a la elaboración posterior de la misma. A través de una escena cotidiana, afectivamente cargada, que recoge en un conmovedor poema (Emiliy running), nos va a mostrar como profundos sentimientos de dolor guardados en lo profundo pueden elaborarse y manejarse cuando encuentran “un hogar relacional”.
Stolorow emplea el término de inconsciencia ontológica para denotar la pérdida del propio sentido de ser. Tal sentido es contextual, es en un contexto intersubjetivo donde se pierde y se recupera.
Recuerda las tres formas de lo inconsciente por el formuladas, interrelacionadas e intersubjetivamente creadas (Stolorow, 92):
- Inconsciente prerreflexivo: sistema de principios organizadores creados en la experiencia intersubjetiva, no reprimidos, fuera de la conciencia
- Inconsciente dinámico: constituido por las experiencias emocionales no articuladas porque fueron asociadas con grave desintonización y son vividas como peligrosas para los necesarios vínculos con los cuidadores. Represión aquí significa un principio organizado negativo que determina que experiencias no deben llegar a ser
- Inconsciente invalidado: experiencias emocionales que no pudieron ser articuladas porque no evocaron la respuesta validadora del cuidador.
Podemos representar el inconsciente, tanto el dinámico como el invalidado, en términos de los cambiantes, limitantes horizontes del propio mundo experiencial. Lo que uno no es capaz de sentir o conocer puede decirse que está fuera del horizonte del propio mundo experiencial. Los horizontes experienciales, al igual que el mundo experiencial que delimitan serían propiedades emergentes de los sistemas intersubjetivos dinámicos. Son por tanto fluidos (no fijos como la barrera represiva de Freud) y siempre cambiantes, producto a la vez de nuestra historia intersubjetiva única y de lo que es o no permitido sentir y conocer en los campos intersubjetivos que constituyen nuestro vivir actual.
Como se relaciona esta visión de lo inconsciente con el inconsciente ontológico?
El fundamento del sentido del self, está en la integración afectiva y en el lenguaje o bien en la “linguisticalidad” de nuestra experiencia. La responsividad sintonizada del cuidador, apropiada a la fase y trasferida mediante palabras, es la que facilita la gradual integración de la experiencia emocional corporal del niño con el pensamiento simbólico, conduciendo a la cristalización de emociones distintas que pueden ser nombradas.
“Estoy convencido de que en el proceso de integración somático-simbólico, por el cual la experiencia emocional accede al lenguaje, es donde nace el sentimiento de ser”, nos dice el autor. Linguisticalidad, afectividad somática y relacionalidad sintonizada son aspectos constitutivos del proceso integrador por el cual toma forma el sentido de ser.
6. Angustia, Autenticidad y Trauma
Nos conduce el autor por la compleja conceptualización de Heidegger sobre la angustia.
6.1 angustia
Para Heidi: el colapso del significado del mundo cotidiano común, en mundo constituido por la interpretatividad de los “ellos”, se manifiesta en ansiedad. Esta incluye un sentimiento de extrañamiento (unncanniness) en el sentido de no-ser-en-casa
“como un básico estado-mental del Dasein, la ansiedad equivale al desvelamiento del hecho de que el Dasein existe como Ser arrojado a su fin (muerte)
6.2 Angustia y auténtico Estar-vuelto-hacia-la-muerte (Being-toward-death)
Heidegger afirma que “como estado básico del la mente del Dasein la angustia equivale al desvelamiento del hecho de que el Dasein existe arrojado al estar-vuelto-hacia-la-muerte. Esto anula toda la significación cotidiana. Es decir, en el auténtico estar-vuelto-hacia-la-muerte, estamos completamente solos. Al desvelarse nuestra no substitutibilidad, el auténtico estar-vuelto-hacia-la-muerte nos arranca de nuestra absorción en los “ellos”, revelando la irrelevancia e inutilidad de las posibilidades mundanas cotidianas públicamente interpretadas..Caer en la identificación con los “ellos” y quedar absorbido en el mundo cotidiano públicamente interpretado de sus preocupaciones prácticas es la principal manera en que el Dasain encubre su propio estar-vuelto-hacia-la-muerte, escapando en su cara.
6.3 Angustia, auténtico estar-vuelto-hacia-la-muerte y trauma
Stolorow plantea como tesis que el trauma emocional produce un estado afectivo cuyas características muestran gran similaridad con los elementos centrales de la descripción heideggeriana de la angustia, ya que el traumatizado queda sumergido en una forma de auténtica estar-vuelto-hacia-la-muerte. Retoma su experiencia de extrañeza y enajenación en la cena con sus colegas de congreso, y señala la similitud de la perdida del absolutismo de la vida cotidiana con lo que Heidegger caracteriza como tranquilizadoras ilusiones de los “ellos”
El trauma, al igual que el estar-vuelto-hacia-la-muerte nos individualiza, pero de forma que se manifiesta en un atroz sentido de singularidad y soledad. A partir de su propia experiencia retraduce Stolorow la expresión de Heidegger como estar-vuelto-hacia-la-pérdida.
6.4 Trauma y resolución anticipatoria
La llamada de la conciencia convoca al Dasain de su extravío en lo público de los “ellos” a su mas propio ser-culpable. Equivale a ser respondiente y evaluable por uno mismo hacia uno mismo. La llamada de la conciencia convoca al Dasaein a su responsabilidad existencial. Entender la llamada significa querer tener una conciencia y esto es una preparación para la angustia. De aquí nace la “resolución” que es autentico Ser –uno-mismo.
Cuanto mas entendamos todas nuestras posibilidades en términos de la constantemente posible situación límite de muerte, mas auténtica será nuestra resolución respecto a esa posibilidades
A partir de ahí se pregunta Stolorow si el trauma podría liberarle a uno, abrirle a posibilidades auténticas. Nos recuerda que las personas traumatizadas a veces sienten que han ganado perspectiva, un sentido de lo que realmente importa
Se pregunta el autor: “Continuar el proyecto que inició desde la muerte de Dede para comprender y conceptuar la naturaleza del trauma sería un ejemplo de auténtica resolución nacida en mi por mi aferrarme a mi experiencia de pérdida traumática y la particular forma de autentico estar-vuelto-hacia-la-muerte que la acompaña?... Si según Heidegger la constancia del self, existencialmente, no significa sino resolución anticipatoria, puedo decir que mi esfuerzo en conceptualizar el trauma a sido una fuente de continuidad del self.
7. Conclusiones: hermanos en la misma oscuridad
Cómo es posible que el trauma emocional sea tan profundamente dependiente del contexto y, al tiempo, sea un elemento fundamental de nuestra constitución existencial?
Critica el autor el estrecho sentido de la relacionalidad de Heidegger, en base al cual la perdida traumática sólo sería perdida de la función reflexiva del otro-o sea, una pérdida narcisista-no la pérdida de un otro profundamente amado. Citando a Critchley, habla del carácter fundamentalmente relacional de la finitud. Según Vogel, asi como la finitud es fundamental para nuestra constitución existencial, así también es constitutivo de nuestra existencia el que encontremos a otros como hermanos y hermanas en la misma noche oscura, profundamente conectados unos a otros en virtud de nuestra común finitud.
Tras referirse a su “hermandad” con Atwood, también víctima de una dolorosa pérdida, afirma Stolorow: “ cuando he sido traumatizado, mi única esperanza para sentirme profundamente comprendido es formar una conexión con un hermano o hermana que conozca la misma oscuridad. El anhelo del mellizo es omnipresente, no porque esté preprogramado como pretende Kohut, sino porque la posibilidad del trauma emocional es constitutiva de nuestra existencia y de nuestro ser-con-el –otro en nuestra común finitud”.
Nos ofrece Stolorow un libro sensible y profundo, incidiendo convincentemente en lo contextual del intercambio emocional y del trauma, sus conocidas posiciones, y dotándose de sofisticados argumentos filosóficos para proponer una visión existencial de los sentimientos de soledad y enajenación del traumatizado. Tras circular delicadamente por la compleja semiología del filosofo alemán, termina “relacionalizando” su concepto de la muerte y del estar-con-un-otro. Excelente trabajo de aproximación al trauma desde la profunda reflexión de nuestra naturaleza humana.
|