Apunte biográfico redactado por Joan Coderch
Nací el 17 de marzo de 1930 en Hospitalet (Barcelona). Toda mi vida he residido, estudiado y trabajado en Barcelona. Mi padre era médico y mi madre poseía el título de enfermera y trabajó como tal durante cierto tiempo, además de dar a luz a siete hijos.
Como es de suponer dada mi edad, he vivido la preguerra, la guerra y la posguerra civil española. Cursé el bachillerato, al término de la contienda, dentro de la más rígida y autoritaria educación propia de la década de los cuarenta, comenzando los estudios de medicina a finales de la misma. Ya en los primeros cursos de la carrera quedó claro para mí que lo que realmente me interesaba era el estudio de la mente humana y sus perturbaciones, motivo por el cual comencé a compaginar las clases y el estudio de las diversas asignaturas con la asistencia al Dispensario de Psiquiatría de la Cátedra del Prof. A. Pedro - Pons, quien en la Barcelona de aquel entonces era la figura de máximo prestigio dentro de la Medicina. El primer libro de psiquiatría que pude comprar con mis escasísimos recursos económicos fue el Nuevo Tratado de Psiquiatría, del Prof. Oswald Bumke, de la Universidad de Munich, libro del cual se sucedían las ediciones, siempre renovadas, desde hacía muchos años. Mi deleite al leerlo era tan grande que incluso lo llevé conmigo en algún viaje de vacaciones, como se si tratara de una novela. Sin embargo, algo me llamó la atención y creó en mí un conflicto. Era la lapidaria frase que figuraba en el prólogo: “En esta edición todo lo referente a psicoanálisis ha sido suprimido”. Esta frase resultó ser premonitoria para mí, como luego veremos.
Al obtener la licenciatura inicié mi formación psiquiátrica trabajando (gratuitamente, como hacían todos los médicos en el Hospital Clínico en aquella época, exceptuando Catedráticos, Profesores Adjuntos y médicos de guardia) en el Departamento de Psiquiatría y Psicología Médica que dirigía el Prof. Ramón Sarró, de orientación psicodinámica y simpatizante del psicoanálisis. La enseñanza que se impartía en general, clases, conferencias, seminarios, etc., siempre estaba matizada por el espíritu psicoanalítico de comprensión de los sentimientos del paciente y de las causas psicológicas del trastorno. Después de algunos años de trabajo gratuito alcancé, por concurso oposición, el cargo de Profesor Adjunto de Psiquiatría. Al poco tiempo inicié mi análisis personal y mi formación en la Sociedad Española de Psicoanálisis (SEP), adscrita a la Asociación Internacional de Psicoanálisis (A.P.I.). Durante este tiempo, contraje matrimonio con Nuria, compañera de promoción en la carrera de Medicina, y, dado que ello tuvo lugar en el 59, ya hemos celebrado felizmente nuestras bodas de oro. Tenemos una hija, Nuria, Arquitecto, y un hijo, Joan, doctor en Filología Clásica, así como una nieta y un nieto.
Desafortunadamente para mí, al jubilarse el Prof. Sarró, su sucesor, hostil al psicoanálisis y partidario a ultranza de la denominada “Psiquiatría Biológica” (extraño nombre que parece indicar que las emociones y las relaciones humanas no tienen nada que ver con la biología), cambió radicalmente la orientación de la Cátedra y “todo lo referente al psicoanálisis” fue suprimido de nuevo. Debido a ello y a la actitud adversa de esta persona hacia mí a causa de mi orientación psicodinámica, me sentí obligado a renunciar a mi plaza de Profesor Adjunto, poniendo así fin a mi carrera dentro de la Universidad Pública. Sin embargo, persistí impartiendo enseñanza sobre psicología dinámica y psicoterapia psicoanalítica en el Institut Vidal i Barraquer, centro de asistencia y enseñanza que, posteriormente, se constituyó como Instituto Universitario adscrito a la Universitat Ramon LLull, de Barcelona.
Continué compartiendo mi consulta particular, como analista y psicoterapeuta, con mi trabajo como psiquiatra en al Instituto Municipal de Psiquiatría, de Barcelona, en el que, comenzando como médico de guardia, llegué a ocupar los puestos de Subdirector y Director. Posteriormente, pasé a dirigir la sección de psicogeriatría del Instituto Geriátrico Municipal, hasta que, en la raya de los 60 años, abandoné totalmente mi vinculación con la psiquiatría, aun cuando el Nuevo Tratado de Psiquiatría continua ocupando un lugar de honor en mi librería.
Retorno un poco atrás, porque también en otro ámbito, y de muy distintas maneras y circunstancias, volví otra vez encontrarme, al iniciar mi formación psicoanalítica en la SEP, sino con la “supresión de todo lo referente al psicoanálisis”, si de la ausencia de gran parte de lo que yo creía que era y debía ser el pensamiento psicoanalítico y su aplicación a la actividad profesional: aproximación al paciente, apoyo y contención, actitud dialogante, acogimiento, calidez y compromiso afectivo. Me hallé, sin esperarlo, inmerso en una sociedad psicoanalítica totalmente estructurada en torno a la rígida y dogmática escuela kleiniana, altamente jerarquizada según categorías, con una distancia extraordinaria entre candidatos y analistas didactas, en la que se respiraba una actitud reverencial hacia las figuras del grupo kleiniano de la Sociedad Británica de Psicoanálisis, y en la que faltaban la crítica y la libre expresión. En lo referente a la clínica, el modelo específico era el que se ha denominado posteriormente tipo “ping-pong”, es decir, el paciente asocia, el analista interpreta, el paciente asocia, el analista interpreta, y así indefinidamente. Cualquier expresión, observación, comentario etc., del paciente no tenía, en este modelo, ninguna validez en si misma, sino como otra asociación para ser interpretada desde la perspectiva de la pulsión de muerte o destructiva, la envidia, la rivalidad, la competitividad, la culpa, las defensas maníacas etc. Todo intento de diálogo por parte del paciente quedaba asfixiado bajo un torrente de implacables interpretaciones.
Mi desencanto fue enorme, pero a causa de la duda de si era yo el equivocado frente a una sociedad que parecía compacta y homogénea en sus convicciones (posteriormente me fui enterando de que no era tan así, y de que otros pensaban y sentían como yo) y de la necesidad de conocer a fondo una teoría para poder criticarla, empleé toda mi energía y esfuerzo en asimilar el análisis que se me ofrecía. Prueba de ello son mis dos primeros libros: Psiquiatría Dinámica, y Teoría y Técnica de la Psicoterapia Psicoanalítica. La experiencia con mis pacientes, el auto análisis continuado y el perseverante estudio de la literatura psicoanalítica me fueron afianzando con el tiempo en mis puntos de vista y manera de entender el análisis, y fui acercándome a la relación más personalizada con el paciente, como puede entreverse en el tercero de mis libros, La Interpretación en Psicoanálisis, para, finalmente, llegar a sentirme totalmente identificado con esta amplia orientación que, en su conjunto, recibe la denominación de Psicoanálisis Relacional, tal como expreso contundentemente en mis tres últimos libros, La Relación Paciente – Terapeuta, Pluralidad y Diálogo en Psicoanálisis, y La Práctica de la Psicoterapia Relacional.
En honor a la verdad, he de decir que la SEP ha sido en todo momento muy tolerante, cosa que agradezco de veras, con mi actitud no diré de rebelde y de outsider, pero si de ir por mi cuenta y riesgo. Siempre recordaré que el primer trabajo que presenté en una de las sesiones científicas habituales, siendo todavía candidato, tenía por título y tema “La constancia del objeto”, concepto éste totalmente propio de la psicología del yo y contrario a las ideas kleinianas, sin que recibiera ningún reproche por ello. Mi promoción dentro de la Sociedad se realizó sin grandes dificultades, aunque mis trabajos nunca fueron muy del agrado de la Comisión de Enseñanza, y he ocupado prácticamente todos los cargos directivos y docentes dentro de ella, hasta llegar al de Presidente. Quiero dejar bien sentado todo esto para poner las cosas en su sitio y dar a cada cual lo suyo. Libre ya, después, del lastre de los cargos, he continuado esforzándome por promocionar en la SEP el interés por otras disciplinas, como la lingüística, la filosofía del lenguaje y la neurociencia, por lograr introducir en ella una actitud más dialogante y por dar a conocer el modelo relacional en psicoanálisis. En la actualidad, mi actitud en la clínica queda reflejada en la, para mí, inmortal frase que Ferenczi plasmó en su “Diario Clínico” de 1932: Sin simpatía no hay curación.
Hasta 2007 continué mis tareas docentes regulares en el Institut Universitari Vidal i Barraquer, con el que continuo colaborando de manera esporádica. En el 2009 recibí el nombramiento de Profesor Emérito de la Universitat Ramon Llull.
Desde hace algunos años colaboro y participo frecuentemente en actividades del Instituto de Psicoterapia Relacional, con la Revista electrónica de Psicoterapia Clínica e Investigación Relacional, y con la Sección española de la IARPP.
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Reseña curricular breve de Joan Coderch
Nace el 17 de Marzo de1930 en Hospitalet de Llobregat, Barcelona). Licenciado en Medicina por la Universidad central de Barcelona en 1955. Doctorado en 1964 por la misma universidad. Título de especialista en Psiquiatría (1963). Título de especialista en Neurología (1963). Profesor Adjunto de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona desde 1965 hasta 1976 (excedencia voluntaria).
Médico de Instituciones nosocomiales del Ayuntamiento de Barcelona, por concurso de méritos (desde 1967 hasta 1990; excedencia voluntaria) Ocupando el cargo de Subdirector del Instituto Municipal de Psiquiatría, y posteriormente el de Director. Posteriormente, Jefe de la Sección de Psicogerontología del Centro Geriátrico Municipal del Ayuntamiento de Barcelona.
Profesor de la Fundació Vial i Barraquer, adscrita a la Universitat Ramon Llull (Barcelona), desde 1985 hasta 2007, impartiendo seminarios en el “Master en Psicoterapia Psicoanalítica”. En 2008 es nombrado Profesor Emérito de la Universidad Ramón Llull. Es Profesor Visitante de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de San Luis, San Luis, R. Argentina).
Nombrado miembro de Honor del INSTITUTO DE PSICOTERAPIA RELACIONAL (Madrid, España; IFP, IAPSP, FEAP)
Su formación psicoanalítica se desarrolló en la Sociedad Española de Psicoanálisis, bajo una orientación kleiniana, (la inició en 1965 y fue admitido como miembro en 1975); sociedad a la que pertenece como miembro titular con funciones didácticas (funciones didácticas desde 1990) Ha ocupado, en dicha Sociedad, los cargos de Director del Instituto de Formación (durante dos años); también ha sido Secretario y Vicepresidente en otras ocasiones y Presidente de la misma (en el período 1998-1999).
A través de sus clases, seminarios y publicaciones ha examinado las vinculaciones entre psicoanálisis y psiquiatría, neurociencia, psicología cognitiva filosofía del lenguaje y ciencia en general. También ha profundizado, dentro el campo del psicoanálisis, en los conceptos de la psicología de dos personas, la interacción, transferencia y contratransferencia, interpretación y relación paciente analista.
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