Este título llegó a las pantallas acompañado de gran expectación tanto por el director como por el contenido. Cronenberg es un cineasta polémico que afronta los temas con valentía. Su primer trabajo fue un corto de siete minutos acerca de la relación médico-paciente titulado La transferencia, y después de muchos años, se enfrenta de lleno con el psicoanálisis.

Si ha despertado el interés es porque el psicoanálisis se ha convertido en un elemento más de nuestra cultura, no sólo como forma de tratamiento, el lenguaje psicoanalítico es un ingrediente más del lenguaje que se usa habitualmente. La sociedad y el psicoanálisis se ejercen una influencia reciproca y esto conlleva muchas ventajas, por ejemplo: actualmente las psicoterapias son más accesibles, la relación entre paciente y psicoterapeuta puede ser más fácil, etcétera…pero también implica inevitablemente prejuicios debido a los vaivenes y las transformaciones sociales. Tal vez el título ya nos dice algo importante, puespeligroso fue como se consideró este método en sus comienzos y parece que sigue despertando todo tipo de recelos. A pesar de que los términos psicoanalíticos se utilicen en el lenguaje cotidiano, el psicoanálisis sigue siendo “el gran desconocido” por los profundos cambios en la teoría y en la técnica debido tanto a los avances científicos como sociales, lo que saben muy bien los psicoterapeutas y los estudiosos del tema.

Por eso ha gustado a unos, ha disgustado a otros, y no ha dejado indiferente a nadie. También ha ocasionado múltiples debates, como el que suscitó el programa de radio de Onda Cero, del 25 de noviembre de 2011, dirigido por Julia Otero, donde los tertulianos –ninguno, que yo sepa, psicoanalista- opinaban sobre psicoanálisis sin ningún fundamento, más bien contaban anécdotas en un tono que ha provocado que la FEAP (Federación Española de Asociaciones Psicoterapéuticas) que agrupa a 54 asociaciones reconocidas por la comunidad científico-profesional haya publicado un comunicado en defensa de las psicoterapias psicoanalíticas.

Viggo Mortensen representa al Freud que yo me imaginé cuando leía sus textos: un hombre inteligente, culto, observador, contenido, ambicioso, con una capacidad de trabajo inmensa, y experto en el desarrollo de estrategias para hacerse oír por sus colegas con un tema tabú como era la sexualidad en su época. Es curioso, yo siempre me pude imaginar al Freud psicoanalista y no al Freud hombre, y creo que el director también refleja sólo a ese profesional que defiende con tanto convencimiento todas sus teorías. Freud fue todo un personaje, capaz de pasar a la historia como el impulsor y creador del psicoanálisis, aunque no le podríamos entender, ni a él ni sus teorías, si no es dentro del contexto social en el que vivió. Él mismo lo sabe cuando dice a Jung: “Yo he abierto una puerta, le corresponde a usted cruzarla”

Carl Jung con veinte años menos que “el maestro” es representado por Michael Fassbender de forma magnifica, nos da la imagen de un hombre que se debate entre los convencionalismos sociales, las pasiones, la curiosidad por los avances científicos y la ambición profesional, acercándonos más a las emociones y los sentimientos.

Por su parte, Keira Knightle representa de forma notable a Sabina Knightley, diez años más joven que Jung, una mujer capaz de superar prejuicios, valiente, rompedora, que se enfrenta a sus traumas, a sus pasiones y sus miedos de una forma admirable, no tiene a nadie en quien verse y sentirse reconocida pero saca fuerzas para superar obstáculos. A pesar de su exquisita interpretación a mi no me parecen muy creíbles los primeros minutos del film dedicados a los síntomas histéricos.

Yo la clasificaría como una película de género, pues describe, a través de unos potentes planos, los roles masculinos y femeninos rígidos e intransigentes de una sociedad donde “los hombres tenían que fumar y las mujeres tenían que saber coser”, dos estereotipos sociales muy simbólicos. Del mismo modo que han ido cambiando los roles de género también ha ido cambiando el psicoanálisis y las psicoterapias se han ido beneficiando de estos cambios adaptándose a la sociedad posmoderna y a un psicoanálisis que ya no habla de género masculino y género femenino sino de agencia, que estudia la sexualidad de diferente manera a como se hacía en la época de Freud, como podemos ver en el nuevo libro de la Colección Pensamiento Relacional sobre la sexualidad que acabo de escribir en estos meses, La terapia sexual. Una mirada relacional; Rosario Castaño; editado por Ágora Relacional, 2011.

Aunque son muchos los cambios psicoanalíticos, se sigue defendiendo que lo importante no es cómo curarse sino cómo vivir…pero para vivir muchas veces hay que recibir un tratamiento que permita curarse para vivir…un buen juego de palabras para rendir homenaje al instrumento más valioso de comunicación del ser humano y de la técnica psicoterapéutica: el lenguaje verbal y no verbal.