Profesor Lazhar (de nuevo) como pretexto para pensar en el sentido de la vida. Reflexiones en torno a la presentación de la pelicula en el Cine Forum del Instituto de Psicoterapia Relacional
Mario A. Nervi Vidal
Miembro del Instituto de Psicoterapia Relacional de Madrid, marionervi@psicoterapiarelacional.com
Esta película es un homenaje a la figura docente. Al amor necesario para la tarea educativa y para la saludable modulación del desarrollo emocional del alumnado. Una declaración de respeto y admiración a la educación.
Creo, finalmente, que la educación debe ser
concebida como una continua reconstrucción de la
experiencia; que el proceso y la meta de la
educación son una y la misma cosa.
John Dewey
La muerte de cualquier hombre me disminuye
porque estoy ligado a la humanidad.
Y por lo tanto, nunca preguntes por quién doblan las campanas:
Doblan por ti
John Donne
Voy a intentar ofrecer un reflejo de mi trabajo reflexivo alrededor de la película Profesor Lazhar, presentada y defendida en el ciclo de Cine Forum del Instituto de Psicoterapia Relacional este pasado viernes 26 de marzo del 2021.
Este espacio es coordinado por Sandra Toribio Caballero y patrocinado por el Instituto de Psicoterapia Relacional y Agora Relacional Madrid desde hace varios años. Gracias a ello estudiantes y público en general tienen la oportunidad de compartir de forma gratuita un lugar de reflexión y encuentro. Explico esto puesto que creo que es necesario defender la existencia y el soporte de estos espacios culturales, que siempre, pero mucho más ahora en tiempos de pandemia, se revelan esenciales como contenedores emocionales y facilitadores de construcciones de sentido que nos auxilian a la hora de sobrellevar nuestras actuales circunstancias.
El hecho de que este espacio esté abierto al público en general es enriquecedor. Los debates trascienden el corsé propio de los espacios dominados por líneas teóricas particulares dando lugar a un auténtico Ágora Relacional de mutuo crecimiento. En este sentido la meticulosa dirección de Sandra Toribio es nuclear.
Pandemia
Cierto terapeuta subraya que, si uno no es capaz de hablar con su paciente de lo que está pasando entre ellos, no es posible hablar de nada significativo. Por lo tanto, no se puede hablar de la pelicula sin poner en pie la situación que como contexto enmarca esta presentación.
He presentado la película desde fuera de Madrid a través de videoconferencia. Estoy fuera de mi casa por la pandemia. La mayor parte de los asistentes también lo hacen vía online gracias a la plataforma que pone a nuestra disposición el Instituto de Psicoterapia Relacional.
Hegel, el filósofo alemán, decía que somos como seres invertebrados y que la cultura cumple la función de exoesqueleto que nos sostiene y contiene. Este espacio virtual y algún otro han sido para mí ese exoesqueleto, que me ha ayudado a soportar y sostener la incomodidad y el desasosiego que los confinamientos generan sin recurrir a subterfugios de híper-organización del día a día como se proponía desde tantos organismos e instituciones oficiales. Pero lo más contenedor es el encuentro, el diálogo, el compartir la experiencia. Podríamos decir que el exoesqueleto son los otros, es la relación compartida, el vínculo.
Quiero dar las gracias al Cine Forum, las Conferencias y Sesiones clínicas, a todas las personas participantes, público y organizadores que forman parte de esta comunidad abierta.
El confinamiento no ha derivado en aislamiento. Sabemos lo importante que es eso. Lo sabemos porque lo estamos viviendo, aquí y ahora, en este momento.
Profesor Lazhar
No hay spoiler que justifique no ver la película. Pero aquí se harán varias revelaciones.
Aspectos generales de la película
Es una película canadiense, del 2011, rodada en Quebec. Phillipe Falardeau, su director, formado en ciencias políticas y éste es un aspecto que caracteriza la temática de su obra, ya habia filmado algunas peliculas, siete en concreto y algún que otro corto. Inspirada en el libro y obra de teatro de E. de la Cheneliere, la cual el director va a ver en el 2002 y cuenta con la autora para el guion. Cheneliere tiene un pequeño papel como madre de Alice, la alumna “luminosa”.
Ha recibido varios premios, entre ellos el del festival Seminci de Valladolid. Fue propuesta por Canada para los Oscar (que finalmente ganó la película iraní Nader y Simin, una separación.)
Destaca la musica, la gran banda sonora de Martin León, con temas propios e inclusiones maravillosas. Entre ella me gustaría destacar la presencia de obras de Scarlatti.
La película se desarrolla en un colegio público, donde ocurre un hecho trágico. El suicidio de Martine, una maestra. La película girará en torno al proceso de afrontar la muerte, principalmente por parte de los alumnos, pero también del resto de personajes.
Entra en escena el Profesor Bashir (Mohamed Fellag). Es argelino, se presenta como maestro de primaria y se ofrece para sustituir a la maestra fallecida.
Establece una relación muy peculiar con los alumnos y comienzan a sucederse una serie de situaciones y escenas que van permitiendo el desarrollo de la trama. A su vez se va revelando la situación de inmigrante refugiado del propio profesor y su realidad traumática que discurre paralela al trabajo como maestro.
El director confronta la infancia con el trauma y el horror. Y nos señala la importancia del reconocimiento del mundo interno del otro, de los niños. No dar por supuesto lo que necesitan los demás y observar antes de actuar.
Mohamed Fellag, es un actor cómico y este su primer papel dramático. Es argelino y su vida guarda ciertas similitudes con la situacion biográfica del personaje.
Es una película con personajes muy trabajados, con una escenografía maravillosamente pensada y dispuesta. Elegante y suave. La maravillosa música nos contiene y calma lo suficiente como para asimilar la densidad de contenidos y el trabajo que se propone al espectador.
Dura poco más de hora y media, y en su sencillez cuenta muchas cosas.
Es mejor de lo que parece.
Comentario
Para el comentario de la película organicé la exposición en partes o temas que a la manera de ejes que fuesen guiando mi reflexión y el debate posterior;
1. El sistema educativo
2. El Duelo
3. El sentido de la vida
1. El Sistema Educativo
Una escuela de Quebec, Canada, el ruido de los niños y niñas jugando en el patio. El invierno, la nieve. La mezcla de culturas, de fisonomías de voces son el caos de fondo donde las formas van a ir emergiendo.
Una maestra se suicida y es descubierta colgada de un fluorescente dentro del salón de clase por un alumno (Simón)
A partir de ese momento, comienzan las discrepancias en cuanto a la forma de tratar el tema de la muerte con los niños. La urgencia se dispara, y parece que ya tenemos el núcleo de la trama. La institución, la directora, el profesorado, todos tomando medidas de emergencia para que un hecho tan traumático no deje huella ni secuelas en los alumnos del colegio (¿o en ellos?)
Irrumpe en medio de este caos Bashir Lazhar, un aparente maestro argelino, pulcro, sereno con muchos años de experiencia (también en apariencia) que en el momento de mayor necesidad aparece como de la nada.
Inmediatamente se limpia y pinta el aula donde la maestra se suicidó y se disponen sesiones de terapia a cargo de una psicóloga. Queda claro que lo importante es pasar página lo antes posible. El profesor Lazhar quiere permanecer en el aula y escuchar lo que dice la psicóloga, pero se le pide que se retire para no mezclar lo pedagógico con lo psicológico.
Se pone de manifiesto algo que no pasa solo en Canada y es el intento de la fragmentar los espacios de formación en dispositivos específicos gestionados por especialistas. Separar lo pedagógico de lo psicológico es imposible y al intentar hacerlo tan solo se facilita el posible despliegue, por parte de las personas implicadas, de procesos disociativos o negadores de la experiencia.
Falardeau no solo critica con delicadeza los aspectos negativos de un sistema educativo cada vez más burocratizado y protocolizado donde lo humano pierde terreno frente a lo estructural, sino que también nos presenta una escuela con profesionales en su mayoría motivados, creativos y comprometidos, donde la diversidad cultural tiene una oportunidad de integración.
El director critica, pero reconoce, ya que lo que sucede en la historia, fuera de cualquier romanticismo o visión idealizadora, solo es posible dentro de un contexto donde los adultos responsables se comprometen en el acontecer de los menores
La prohibición del contacto físico es algo de lo que se le advierte al anticuado profesor. Ni collejas ni abrazos. La mirada sobre la moral del profesorado oprime e imposibilita, bajo el riesgo de sospecha, el contacto físico. ¿Acaso podría ser más oportuna la cuestión del contacto físico que ahora mismo?
El Covid nos ha recordado la necesidad que tenemos de contacto físico, la importancia que tiene en los procesos de duelo y en el desarrollo emocional. Pero el abrazo, por ejemplo, es un fenómeno relacional, donde no solo sentimos al otro sino a nosotros mismos. Esto es parte de los problemas o dificultades que tienen muchas personas con los abrazos en particular. En ocasiones no se trata de la dificultad de entrar en contacto con otra persona, de sentirla, sino de sentirse a uno mismo. La película termina con un abrazo.
El profesor Lazhar viene de una cultura en principio atrasada no tan desarrollada ni moderna, pero que sin embargo pone en cuestión nuestra idea de progreso. ¿Hacia dónde se encamina el sistema educativo?
¿Quién define lo que es el progreso y la dirección que tiene que tomar?
Todos conocemos maestras y maestros, profesorado en general, desgastados emocionalmente debido a la propia estructura del sistema educativo más que a la labor que llevan a cabo. La violencia dentro de las aulas, ejercida por alumnos contra alumnos o contra el profesorado los últimos años ha desencadenado un sinfín de programas de detección de acoso en las aulas y gestión de la violencia.
Pero señalo que el director también pone de manifiesto las bondades de un sistema imperfecto pero que intenta dar respuesta a una realidad compleja y profundamente trascendente como la que se vive en las instituciones educativas.
2. El Duelo
Este no es un duelo cualquiera. Es un suicidio.
Según Camus, el célebre filósofo argelino, “No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio; el suicidio” (Camus, 2012)
Para el filósofo este es un problema que nos lleva a cuestionarnos el sentido de la existencia.
El profesor Lazhar siente la tensión que se genera en el aula, la negación, la presión de lo no dicho y que intenta emerger en cada momento. Por más que se pinte el aula no hay pintura suficiente que borre la experiencia traumática que ha tenido lugar. A diferencia del resto de los adultos que parecen querer superar rápido la situación, el profesor entiende que hay que abordar lo que ha sucedido y hacerse cargo de la incómoda tensión que ello supone. Soportar la incomodidad, no procurar resolverla rápidamente.
Poco a poco vamos conociendo más del misterioso profesor. Bashir Lazhar. No es realmente maestro. Ha mentido. Solía regentar un restaurante en Argelia, su país de origen, de donde tuvo que huir por amenaza de muerte a él y su familia. Su esposa, maestra y escritora, publicó un libro donde denunciaba la situación totalitaria en Argelia. Sus hijos y ella son asesinados en un atentado debido a su denuncia. Es lo que sucede “cuando una mujer levanta la voz”
Una vez más poner en palabras lo que sucede en el aquí y ahora es el requisito imprescindible para poder más adelante abordar cualquier otra cuestión relevante.
Decir lo que se piensa a pesar del riesgo que conlleva, es a lo que Foucault, denomina Parresia (2017), refiriéndose a la franqueza de la palabra principalmente en los momentos en que hablar implica ponerse en riesgo. Para el pensador francés este concepto cobraba especial importancia a la hora de denunciar la injusticia infringida por las autoridades y el poder.
Decir lo que pensaba, costó la vida a la mujer e hijos de Lazhar. Él mismo denuncia la negación del duelo ante las autoridades del colegio. No se calla, se arriesga, pone en peligro ser descubierto al no eludir el conflicto anteponiendo la salud de los niños a su propio interés. De ahí deriva una segunda acepción de Parresía, que tiene que ver con el autocuidado que implica poder expresarse incluso cuando hacerlo supone “jugarse el pellejo” ¿Qué sucede cuando la experiencia no puede ser puesta en palabras? Lo que hacemos con la palabra es en parte lo que hacemos con nuestra vida.
Volviendo a la película, el suicidio no es solo la prueba de que la vida ha desbordado a la maestra, sino también un acto de agresión feroz por su parte hacia la escuela, la clase y hacia un alumno en particular, Simón. El aula no es el lugar para la muerte, “para contagiar la desesperación a toda una escuela” comenta el profesor tras la lectura de una carta preciosa por parte de Alice, alumna aventajada y lucida.
La violencia perturbadora del suicidio de la maestra, entra en contraste con la templanza del profesor Lazhar, quien también está atravesando un complejo duelo. El duelo migratorio de un refugiado en tierra extraña. El cual de por sí “implica una serie de reajustes en el equilibrio que llamamos salud” (Tizon, San Jose y Salamero, 1984) También, y principalmente, se enfrenta al duelo por el asesinato de su esposa e hijos en la distancia, sin posibilidad de despedida, sin cuerpo presente, sin rituales, que al borde está de romper su equilibrio psicológico. Como resuena esta pérdida con las miles de pérdidas que la pandemia ha dejado y deja actualmente en muchas personas.
Es, sin embargo, a diferencia de la maestra, que el profesor a través de una relación de cuidado hacia su entorno y quienes le rodean logra contenerse en el sentido más amplio de la palabra. A pesar de la resistencia por parte de la institución, que intenta una y otra vez que sea la especialista quien trate el problema del suicidio y el duelo, el profesor, al detectar los hilos de dolor que emergen en el día a día con sus alumnos, facilita que vayan surgiendo las palabras y de ese modo la experiencia comience a ser elaborada.
No podemos acusar al sistema educativo de abordar los duelos de esta manera tan inapropiada. La escuela, el instituto, no son otra cosa que el reflejo de la sociedad.
Nuestra sociedad e incluso nuestro sistema de salud mental en ocasiones patologiza lo que es un proceso adaptativo sano. Tan solo hay que ver la tendencia a la sobremedicación de la que nuestra sociedad es víctima.
La medicalización en situaciones de duelo, además de no estar justificada, no hace otra cosa que patologizar y cronificar un proceso natural. En muchas ocasiones, quienes trabajamos en el ámbito clínico y de la salud, percibimos que no hay una clara distinción entre lo que es un duelo “normal” y un duelo enquistado o patológico, “Sin que se sepa o se paren mientes en cuáles son las tareas propias de cada momento de los procesos de duelo y ante las pérdidas: cómo debemos ayudar en cada caso y momento; cuándo debemos acompañar y sólo acompañar —en la mayoría de los casos—; cuándo, alternativamente, los profesionales deben asesorar, facilitar cambios, y cuándo intervenir, es decir, introducir acciones técnicas especializadas” (Tizon, 2006)
A la sobre medicación a la que está expuesta nuestra sociedad se le suma la filosofía de lo pragmático y la inmediatez. Hay poca tolerancia al sufrimiento y a la frustración. Esto lleva a la demanda por parte de la propia sociedad de fármacos de forma indiscriminada.
En conversaciones con colegas psiquiatras respecto al abuso de la medicación, he escuchado como referían la queja de los pacientes cuando no se les daba algún medicamento. Salir de la consulta médica, sin recetas es intolerable para muchas personas e incluso es vivido como abandono o negligencia.
Sandra Buechler en su libro Comprendiendo y tratando a pacientes en Psicoanálisis Clinico; Lecciones desde la literatura (2019) señala tres formas habituales de aproximarnos al duelo (tanto desde una perspectiva clínica como no clínica) y que parecen darse de forma sucesiva a lo largo de la película.
Una forma de afrontar el duelo es erradicar el sufrimiento. Esta es la manera en que al principio se aborda el duelo en la escuela. Se pinta la clase, se quitan los dibujos de las paredes y todo lo que recuerde a Martine (la maestra suicida). Si los niños no hablan, no se habla. Y no hay que sacar el tema. Es como si se favoreciese el trabajo de los mecanismos de defensa habituales en las primeras fases del duelo; la negación, la represión, la disociación, la proyección, etc… Esta forma de abordar el sufrimiento a mi parecer no es la más adecuada, y podría generar muchos problemas a corto plazo. Sabemos que lo que no se elabora retorna una y otra vez como un fantasma que incansablemente pena por los pasillos en forma de recuerdo segmentado, flashbacks, u otros síntomas. En el caso de Simón la culpa, la vergüenza y la ira parecen imposibilitarle pasar página.
Una segunda manera de afrontar el sufrimiento es abordar las maneras en las que las personas evitan enfrentarse al dolor. Esto supone una labor y un trabajo más sofisticado, ya que no todas las personas necesitan lo mismo ni se protegen del dolor de la misma manera. En una escuela, cada alumno, cada profesor reaccionará de forma diferente al trauma. Antes de confrontar a una persona con sus mecanismos de defensa y al hacerlo facilitar el acceso a la experiencia traumática hay que generar un espacio de seguridad. Tiene que existir un vínculo seguro y contenedor que permita abordar el dolor sin riesgos de retraumatización. Hoy sabemos que no basta con recordar o tener una narrativa, es preciso encontrar un sentido a la perdida, es decir, recordar, pero con emoción. La relación entre el profesor y Alice, la alumna aventajada, permite que la alumna pueda comenzar a entender su reacción y la de los demás como una forma de afrontar el suicidio de la maestra. Percibe la tristeza de su mejor amigo, Simón, y también la de su profesor. En cierto momento de la historia confronta a Simón de una forma salvaje, pero gracias a la relación de amistad que les une y a la presencia contendora y respetuosa del Profesor, la situación resulta catártica para el niño. Ahora solo falta construir un sentido.
He aquí el tercer camino para abordar el duelo que expone la autora (Buechler, 2019) y que nos permite ir desvelando una parte esencial de la película.
Integrar el sufrimiento como parte de la vida. Esta tercera vía sostiene que el sufrimiento es inherente a la condición humana. Por lo tanto, los mecanismos de defensa no son ni positivos ni negativos. Se aborda directamente la herida que la experiencia traumática genera en cada persona en particular, pero “no por lo que el dolor pueda bloquear de acceso a la conciencia sino por la función humanizadora del dolor en si”
El dolor es inevitable pero el sufrimiento, no es que sea opcional, como se repite habitualmente a modo de mantra, sino que se ve atenuado al compartirlo. Pero aquí no se trata únicamente de compartirlo verbalmente, sino del reconocimiento de la vivencia compartida del sufrimiento.
Jorge Gomez Blanco, maravilloso psicoterapeuta y amigo, miembro del Instituto de Psicoterapia Relacional, con una dilatada experiencia a nivel nacional e internacional en intervención en contextos críticos con adultos y menores, dice que en ocasiones lo único que podemos hacer es aportar un poco de humanidad a la situación. Nada más ni nada menos. Pero, ¿Qué es humanizar, en que consiste dotar de humanidad un contexto determinado? Tal vez contestar a esta pregunta tan simple no sea nada fácil. Digamos que, tal vez, humanizar, es tratar con respeto la experiencia ajena, incluso, o tal vez habría que decir, sobre todo, cuando no llegamos a comprenderla. Generar un contexto de familiaridad, de seguridad, de contención. Soportar parte del peso que genera el sinsentido, el absurdo, la intemperie, el nihilismo al que nos enfrenta el trauma, en este caso en particular, el suicidio.
No serán las palabras, ya que “No hay nada que decir ante una muerte injusta. Nada en absoluto” sino el afecto, el silencio, la disposición, el cuerpo.
Es la mano en el hombro de Simón, el niño que lleva la carga de culpa más profunda y pesada de la clase, lo que le permite contener la emoción. El reconocimiento, el respeto, y la mano en el hombro, que sostiene, que recibe y consuela a la parte rechazada de sí mismo por el niño, permitiéndole asi integrarla y seguir con su desarrollo. No fue una profunda interpretación, ni una intelectualización refinada. No. Una mano en el hombro, un acercarse con respeto a la sensibilidad del niño, y repetir la frase, “No fue culpa tuya”
Es el abrazo de despedida con Alice, lo que permite llegar donde no llegan las palabras, porque el cuerpo va por delante, genera el clima, la atmósfera que posibilita o dificulta la conexión emocional, sustrato fértil del cual brotarán las palabras que permiten dotar de sentido compartido a la experiencia.
3. El Sentido de la Vida
No todo tiene sentido. Incluso aunque lo tenga, no siempre llegamos a aprehenderlo. No existe la realidad como un hecho objetivo. La realidad se construye. Necesitamos compartir la experiencia para poder concretarla, elaborarla, digerirla. Sobre todo, y principalmente en la infancia. Son necesarias personas que se resistan a dejarse llevar por lo urgente ante lo importante. Que generen espacios donde poder existir en relación. Que escuchen, que observen, que atiendan (esa curiosa forma de amar que es prestar atención) que hagan al otro sentirse visto y reconocido.
Falardeau nos recuerda la importancia de mirarnos, a nosotros mismos y a quienes nos rodean. Mirar nuestro sistema educativo, la manera en la que educamos a nuestros niños y niñas. Los valores que les estamos transmitiendo. Pero también los valores en los que vivimos.
El director canadiense nos muestra como a veces alguien que viene de fuera puede poner en evidencia ciertos desvíos a los que nuestra idea de progreso nos precipita. En ocasiones pareciese como si fuésemos arrastrados de espaldas hacia el futuro por un viento impetuoso llamado progreso que en su urgencia nos imposibilita mirar hacia dónde vamos. Tan solo podemos ver los efectos que nuestros errores van dejando por el camino, sin oportunidad muchas veces para la reparación.
El profesor Bashir Lazhar, ralentiza el tiempo en función de la necesidad de sus alumnos. Es verdad también que viene de otro tiempo. Su urgencia por ayudar no le impide observar lo que realmente demandan sus alumnos. Atiende a sus necesidades y en ese camino encuentra también él la vía para la elaboración de su propio trauma.
Pone el cuerpo a la vida. Es valiente a pesar del dolor que arrastra.
Sabe que no puede permitirse desaparecer.
Winnicott nos enseñó que hay dos cosas que no se puede hacer ante un niño, ni desaparecer ni devolver la agresión en la misma medida que ha sido recibida. Que simple, pero que difícil.
La vida no tiene sentido en sí misma. Somos nosotros los que se la conferimos. Es en ese esfuerzo de encuentro, de conexión emocional, de abrazos consoladores, de alegrías compartidas de construcciones mutuas de la experiencia donde la vida cobra su mayor vitalidad y sentido. A veces no se puede expresar claramente con palabras, pero se puede sentir.
Esta película es un canto a la vida. El Cine forum es un espacio de celebración de la misma
Referencias Literarias de la película
Tan solo a modo de apunte; Las obras literarias que se mencionan en la película son de un claro perfil crítico respecto a la sociedad. En El Enfermo Imaginario (Moliere, 1673) se cuestiona la idea de que la ciencia trae la felicidad. Podríamos decir que el autor juega con la ilusión puesta en el progreso como garante absoluto del bienestar. La piel de Zapa (Balzac, 1831) se considera uno de los relatos Filosóficos del autor. A este cuento en concreto se le considera precursor de algunas de las obras más importantes de la literatura universal. No es fácil definir el alcance de esta obra, pero alguno de los temas que problematiza son; la responsabilidad frente a la propia libertad, el valor de la cultura, el saber, como contrapeso ante el poder y el deseo caprichoso, el dilema de que sería mejor, una vida larga y tranquila o una vida corta e intensa... Es de imprescindible lectura.
Las Fábulas de La Fontaine, publicadas entre 1668 y 1679 son ampliamente conocidas. Inspirado por las fábulas de Esopo y Fedro, el autor va más allá dotando de vitalidad y dinamismo a las historias. De hecho, La Fontaine reescribió la fábula de la Cigarra y la hormiga de Esopo conocida principalmente por la versión del francés. Son cuentos muy breves con moraleja y su valor pedagógico para propiciar el debate y la reflexión es de un valor incalculable.
Por último, Colmillo Blanco (Jack London, 1906). Podríamos quedarnos con la observación que hace el profesor Lazhar a Alice cuando ella le dice que le gustó. Lazhar apuesta que ha sido por que trata sobre la domesticación de un animal que preserva algo de su naturaleza esencial. Puede que estas palabras se refieran en parte a uno de los desafiós más profundos de la labor educativa; El dificil equilibrio entre instruir y respetar la naturaleza y temperamento genuino de los niños. Educarles preservando su rebeldía y sentido crítico. Pero me gustaría señalar también que este libro fue escrito por el autor en tierras canadienses. En el Yukon, territorio frío y hostil del que Jack London en busca de oro tan solo pudo extraer historias y vivencias. Hay quien dice que en sus trabajos en el noroeste de Canada, nace una nueva forma de periodismo.
Bibliografia
Balzac, H. de (2014) La Piel de Zapa. Ed. Alianza Editorial
Buechler, S. (2019) Comprendiendo y tratando a pacientes en Psicoanálisis Clínico; Lecciones desde la literatura. Madrid: Ágora Relacional
Camus, A. (1942, 2012) El mito de Sísifo. Ed. Alianza Editorial
Foucault, M. (2017) La parresia. Ed. Biblioteca Nueva
Fontaine, La. (2016) Las Fabulas. Ed. Catedra
London, J. (2015) Colmillo Blanco. Ed. Alianza Editorial
Moliere (2018) El Enfermo Imaginario. Ed. Planeta
Tizón, J.L. (2006h). De los procesos de duelo a la medicalización de la vida. Jano, Medicina y Humanidades 1618:58-60.
Tizón,J.L., San José, J. Y Salamero, M. (2008) Migraciones y salud mental. Madrid; El País- Sociedad.
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