Autora de la Reseña: Daniela Piedrahita Gaviria
Una mirada a la película de “Lady Bird” desde la teoría del apego y la mentalización
La mentalización es entendida como “la capacidad de un individuo para comprender las acciones de otros en términos de pensamientos sentimientos anhelos y deseos”, en otras palabras, es la destreza gracias a la cual podemos comprender los estados mentales intencionales que se encuentran en el origen de un comportamiento. Dicha capacidad nos permite a su vez tener una representación mental de nosotros mismos como sujetos con sentido de agencia sobre nuestra propia vida, dueños de nuestros pensamientos y comportamientos (Bateman y Fonagy, 2006).
Cuando nos encontramos con una persona con dificultades frente a esta capacidad de mentalizar es inevitable pensar en aquello que impidió que está se desarrollará satisfactoriamente. Al analizar la cuestión es común encontrarse con la presencia de dificultades relacionales con figuras de apego significativas, las cuales suelen ser los padres o personas más cercanas dentro del núcleo familiar. Es entonces importante establecer que la relación con estas figuras significativas será vital para el adecuado desarrollo de esta capacidad intersubjetiva, pues es a través de dicha relación que el sujeto podrá acceder a la comprensión e identificación tanto de los estados psíquicos propios como los ajenos.
La película "Lady Bird", tiene varios elementos que me han dado la oportunidad de pensar sobre el tema del apego y la mentalización, algunos de los cuales pretendo rescatar en esta breve reseña.
Desde el comienzo de la trama, nos encontramos con una relación madre - hija (adolescente) complicada, caracterizada por dificultades en la comunicación en general y especialmente desde su dimensión emocional. Parece ser que los patrones relacionales entre ambas corresponden a un estilo de apego predominantemente ambivalente pues aparece una constante necesidad de contacto acompañada de agresividad y rechazo, actitudes características de este estilo de apego.
A pesar de que la película revela poca información sobre el personaje de la madre (más allá de su rol como la madre de "Lady Bird”), hay algunas pistas que llevan a pensar en la transgeneracionalidad de los patrones vinculares. La escena que me ha llevado a pensar particularmente ello es aquella en la cual en medio de una discusión su hija indaga; "¿Acaso cuando eras adolescente nunca dejaste tu cuarto desorganizado? ¿Nunca quisiste llegar a tu casa sin que tú madre no te gritara?". Ante dichos cuestionamientos, que parecen ser también un reclamo de “Lady Bird” para poder acceder a los estados mentales de la madre, la misma responde a modo de defensa y posiblemente como justificación: "Mi madre era una alcohólica maltratadora".
Parece que a través de su respuesta la madre habla de su imposibilidad de responder al pedido de su hija por no haber sido posible para ella desarrollar de forma completamente satisfactoria su capacidad de mentalizar, pues a modo de hipótesis es posible establecer que, como lo plantea Fonagy, siendo niña está madre no se conecta con los estados psíquicos de su propia madre maltratadora, ya que constituían una amenaza para el desarrollo de su propio self. Hecho que ahora que ella misma es madre, se ve reflejado en la forma de relacionarse con su hija, pues el haber crecido con una figura tan potencialmente destructiva afecto de manera negativa el desarrollo de su capacidad de relacionarse desde ese lugar de reconocimiento mutuo.
Por otro lado, la protagonista se encuentra en plena adolescencia, etapa del desarrollo caracterizada por la búsqueda y el establecimiento de la propia identidad. Al sentirse no reconocida y tal vez algo asfixiada por las demandas de su madre y el ambiente en el que está inmersa, se nombra a sí misma "Lady Bird". Parece constituir este un pedido desde su propio ser genuino (según la concepción de Christopher Bollas) de ser reconocido y aceptado, hecho que aparece también reflejado cuando responde al deseo planteado por la madre de que Lady Bird pueda alcanzar la mejor versión de si, preguntando "¿Y qué pasaría si esta es mi mejor versión?"
Al finalizar vemos como estando lejos de su casa, encontrándose nostálgica y en momentos de dificultad, Lady Bird adopta nuevamente el nombre de Christine (nombre dado por sus padres), hecho que parece constituir una forma de entrar en contacto con esas figuras de apego que por imperfectas que sean componen la base que le dan seguridad y constituyen la fuente de regulación emocional en esos momentos de dificultad.
La película permite ver las dificultades generadas a nivel interpersonal debido a los problemas en los procesos de mentalización, el poder reconocer dichas dificultades permite a su vez comprender la estrecha relación que existe entre esta capacidad y la salud mental de una persona así como también sustenta el hecho de que casi independiente del paradigma sobre el cual se trabaje, alcanzar una mayor capacidad de mentalizar constituye parte esencial de los objetivos terapéuticos en un proceso. Si bien dicho enfoque será especialmente útil en el abordaje de trastornos de personalidad donde los problemas para mentalizar parecen más evidentes, el poder ofrecer un espacio en donde el paciente pueda adquirir en mayor medida un modelo intencional tanto para la interpretación de las acciones de otros como para las propias y donde la mira este siempre puesta hacia la adquisición de un mayor sentido de agencia por parte del paciente, será beneficioso para el desarrollo de cualquier proceso psicológico.
REFERENCIAS
Fonagy, P. (2000). Apegos patológicos y acción terapéutica. Aperturas Psicoanalíticas, 4. (Clase 05-03-19).
Vega, S. S. (2013). Introducción al tratamiento basado en la mentalización para el trastorno límite de la personalidad. Acción Psicológica .
Gerwig, G. (Dirección). (2018). Lady Bird [Película].
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