No nos engañemos, no es una mera historia de dominación y sumisión sexual, va más allá de la humillación física y mental, trasladando al espectador con una precisión exquisita al terreno del erotismo, nos presenta a dos personajes en búsqueda de sus propios límites, podríamos decir, que hay un intercambio de roles - desde la dominación a la sumisión – pero, esto sería una descripción muy simplista.
El erotismo se sitúa fuera de la vida corriente y al margen de la comunicación normal de las emociones, destacando emociones intensas y desestabilizadoras. La vida erótica siempre empieza con idealizaciones y proyecciones, en las que se fantasea al otro pero también se fantasea sobre uno mismo, se desarrolla a través de gestos espontáneos aunque, siempre es una espontaneidad impregnada de patrones relacionales.
El erotismo nos enfrenta a la soledad y el aislamiento a pesar de ser eminentemente relacional, tal vez porque las idealizaciones en este terreno tienden a borrar los límites, produciéndose un temor intenso a la desintegración del self. El cuerpo del otro se convierte en una oportunidad para conocerse a sí mismo, pero también es un obstáculo que pone en marcha emociones contradictorias y ambivalentes, en un juego de espejos siempre desigual, entre la satisfacción de poder y la necesidad de confiar, la capacidad para entregarse y descubrirse y la necesidad de escapar y esconderse.
A su vez, ese miedo a la separación y a la soledad, suele disparar intensos deseos de destrucción, odio y angustia, desplegándose un abanico de confianza, amor, afecto, generosidad, orgullo, optimismo, bondad moral pero también desamparo, temores, daño, queja, sumisión, y culpa.
La vida erótica también nos enfrenta a lo secreto, a lo prohibido, a la complicidad entre la ley y la transgresión, predominando siempre la perversión. En la película se da una intimidad en la que uno de los protagonistas no es totalmente accesible al otro, hay una intimidad consigo mismo, y a la vez, un deseo de que el self erótico sea descubierto pero no totalmente accesible al otro, para que se preserven las partes ideales y se mantenga la seducción y el placer.
Todas las escenas transmiten fascinación en la que quedan atrapados los personajes y el propio espectador. Una fascinación que nos lleva a la pregunta de qué es lo que enciende la pasión. Entre los autores relacionales, Mitchell[1] es el que considera que la pasión puede ser definida como una imagen sombra del self, como las características no reconocidas y en gran parte desconocidas e incluso no aceptadas del self. Esas imágenes sombra del self que encienden y mantienen el deseo erótico también pueden representar lo machacado, lo aplastado, lo que no ha sido permitido en el self.[2]
El director nos ofrece una visión inteligente sobre la vida sexual y el erotismo alejándose de explicaciones intelectuales y despertando la sensibilidad, de tal modo que al terminar la película algunos espectadores pueden preguntarse también acerca del tratamiento de las conductas perversas, y en esto estoy con Fromm[3] cuando en su famoso libro El arte de amar decía que, la perversión es motivo de tratamiento solo si se sufre por ella, es decir, si uno siente que lo perturba muchísimo, que fragmenta su vida, que va en contra de su moral, que tiene que ver con su carácter, y con sus relaciones con los demás.
Y pienso además, en las palabras de Mitchell[4] cuando escribía que la tragedia de la relación sexual es la perpetua virginidad del alma, y que él prefería no pensar en una virginidad perpetua que nunca ha sido penetrada, sino en una virginidad que se recupera a perpetuidad, que nunca se desflora permanentemente, una accesibilidad que nunca se da por supuesta en el flujo y la intimidad continuos de la experiencia.
Sin duda Polanski consigue una vez más una puesta en escena llena de luces y sombras, consiguiendo, como decía al principio que, con solo dos personajes y un solo escenario, la historia sea intensa y emocionante.
[1] Mitchell, S. (1993). Conceptos relacionales en psicoanálisis, una integración. Madrid Siglo XXI editores. (1ª edición en inglés 1988).
[2] Castaño, R. (2011). La terapia sexual. Una mirada relacional. Ágora. Colección Pensamiento Relacional, vol. 4. Madrid.
[3] Fromm, E. () El arte de amar. Ediciones Paidós, Barcelona, Nueva Biblioteca Erich Fromm, (del título original the art of living publicado en inglés por Harper and Brothers, N. York, 1957).
[4] Mitchell, S. (2002). Can love last?. The fate of romance over time. New York, W.W.Norton, Company.