SINOPSIS:
Una joven irlandesa de 17 años abandona su pequeño pueblo y se va a Inglaterra en busca del chico del que está enamorada, no sabe su dirección, está perdida y es encontrada por un señor, jefe de catering de una fabrica, hombre amable, obsesivo con su trabajo y querido por todos. Vive sólo y se ofrece a cuidar y atender a la esta joven inocente y desconcertada.
Esta película nos ofrece la imagen de un hombre obsesionado por la comida pero no por el sexo, el director nos presenta un asesino en serie, coleccionista de toda clase de objetos, obsesivo, sólo y con capacidad para crearse un personaje público pero que no se sostiene en su soledad.
A través del pasado de ambos protagonistas y el presente que van viviendo juntos podemos apreciar, por una parte, una patología y por otra, cómo se va construyendo una identidad.
Autora de la reseña: Rosario Castaño Catalá
Cuando termino de ver una película, no es extraño que permanezca sentada delante de la pantalla un rato, apenas unos segundos, hasta que regreso a mi propia realidad, sin embargo cuando acabó “El viaje de Felicia” me quedé más tiempo de lo habitual, atrapada en una historia y unos personajes difíciles de describir.
Descubrí este título investigando films para el ciclo de Cine-Forum 08-09 del Instituto de Psicoterapia Relacional que este curso gira “En torno a la cocina. Comer, beber, amar”.
El tema de la comida y las emociones es muy interesante porque nos permite observar historias entre adultos, entre iguales, nos acerca a toda la gama de sentimientos que implican lo más intimo del ser humano, desde la ternura hasta el erotismo, la agresividad, la perversión etc; comer y cocinar son actos diferentes con una gran carga emocional; estamos viendo películas donde no aparece la figura de la madre ni las figuras de la infancia de forma directa, nos centramos más en los vínculos que el individuo va creando y manejando a lo largo de los años y es curioso cómo podemos entrever la figura materna y las primeras impresiones infantiles a través de esas nuevas relaciones.
El director Atom Egoyan, canadiense de origen armenio, realiza su opera prima en 1984 y prácticamente toda su filmografía trata de temas relacionados, por ejemplo, con la suplantación de la personalidad a través de la mentira, el manejo del sentimiento de culpa de una comunidad que ha perdido a sus hijos en un accidente de tráfico, en su último film “Adoration” presentado en la Seminci en 2008 aborda el tema del terrorismo a través de una profesora de francés que propone a sus alumnos un ejercicio de reflexión sobre este drama. En el viaje de Felicia quisó alejarse de las series clásicas sobre asesinos en serie y abordar este tema sin mostrar acechos, violencia ni crímenes; según sus propias palabras, se mueve en el terreno de la memoria y el deseo y se centra en la familia como núcleo representativo de la sociedad, así que en medio de un ciclo dedicado a los “pucheros” y las emociones dejamos que se nos cuele una historia de asesinos y de chicas solas
Egoyan consigue su propósito de presentar un asesino en serie sin recurrir a los prototipos clásicos; tanto la música como la decoración, el paisaje, los personajes y hasta el ritmo de la película contribuyen a dar la impresión de que es una historia suspendida en el tiempo, en los años 50, me ha recordado las mejores secuencias del legado de Alfred Hitchcock, los planos, la fotografía y la cadencia de los diálogos ayudan a crear suspense durante toda la historia, un suspense que no muestra sangre, ni tortura, ni el acto de matar ni de deshacerse del cuerpo; es complejo recrearse en la personalidad de un asesino sin presentar ninguno de estos elementos violentos y sin embargo la película muestra una violencia sin precedentes, una contradicción que es lo que la hace interesante y por qué no, atractiva.
El terror está en cada una de los planos, en la forma en que presenta a los personajes, en las miradas, las frases, los silencios; el foco se recrea en dejar que el espectador imagine cómo reaccionará cada uno de los personajes cuando están juntos, un hombre de más de cincuenta años y una chica de diecisiete; no pude dejar de mirar con “el corazón en un puño”, pensando que en cualquier momento va a ocurrir lo inevitable o bien cómo podrá evitarse algo que ya ha ocurrido otras veces en la vida de un asesino.
Por una parte tenemos un señor jefe de catering de una fabrica, se ha labrado reconocimiento y respeto y en una de las primeras escenas le dice, como si fuera una sentencia, a un vendedor de máquinas de comida rápida: “la comida debe venir de unas manos humanas, no de una máquina”. Alguien que se expresa así suele transmitir un “cierto sentido común”, con aspecto pulcro, muy arreglado, de “hombre de bien” dispuesto a ayudar a todos aquellos que lo necesiten.
Por otro lado observamos a una adolescente de diecisiete años, desorientada, confusa, que no sabe como funciona el mundo, sale de su pueblo para buscar a “su amor” no tiene otra cosa en la cabeza más que los ojos, las caricias y las palabras de pasión que le dijera un joven que marcha sin dejar dirección ni da señales de vida.
Surge la eterna pregunta ¿el violento nace o se hace? ¿Algo tendrá la biología? si se ve desde esa perspectiva, resumiendo muchísimo, nos encontramos que los factores biológicos pueden ser de dos tipos: los que afectan al desarrollo y al temperamento e incluyen enfermedades genéticas y aquellos que incluyen factores congénitos, la constitución física, patrones hormonales, las estructuras cerebrales y los patrones de neurotransmisión entre otros, Theodore Millon, Trastornos de la personalidad en la vida moderna, Masson, 2ª edición, 2006, pag 157-195. Las observaciones aisladas subrayan que a menudo, los antisociales, los psicópatas tienen un temperamento fuerte, agresivo; estos rasgos tienden a facilitar que el individuo adopte ante la vida unas determinadas trayectorias en vez de otras.
Otra eterna duda, ¿se puede evitar que una persona desarrolle una tendencia a la violencia incluso al crimen? En este sentido Javier Urra tiene una extensa bibliografía sobre violencia, abusos sexuales en la infancia o “pequeños dictadores”, aborda el tema de la educación y la relación padres-hijos; el último que ha publicado se titula “¿Qué ocultan nuestros hijos? Ed. La Esfera de los libros, 2008, muy aconsejable para aquellos padres y familiares con preocupaciones y preguntas rondando por su mente.
No es el caso de esta película, parece que aquí, los padres no tienen “en mente” a sus hijos; piensen a qué suenan los siguientes ambientes familiares:
La chica adolescente:Madre ausente, muere cuando ella tiene 4 años.
Padre autoritario, de ideas políticas rígidas, conservadoras.
Reprime deseos y sentimientos, más preocupado por la reputación de la familia que por lo que está pasando la hija.
Ella se cría sin un modelo femenino, sin una madre que le permita descubrir poco a poco el funcionamiento del mundo y eso se nota en su forma de vestir, parece que se ha quedado anclada en el tiempo, con ropa anticuada, hasta su forma de moverse es un poco rígida, muy metida en si misma; ansiosa por ser vista, reconocida y escuchada; transmite tanta soledad, tanto desconcierto que dan ganas de abrazarla, de darle cobijo.
- El señor jefe de catering:
Padre ausente.
Madre, una mujer guapa y exuberante que se crea un personaje público y parece que lo lleva a cada uno de los rincones de su vida privada; es una estrella de la televisión de los años 50 que enseña de una forma muy sofisticada recetas de cocina.
Una madre consentidora, desdeñosa ante un niño gordito y torpe, podríamos describirlo como “un niño defectuoso” .
Un niño que nadie tiene en cuenta, rodeado de adultos que lo ignoran o lo desprecian.
Un niño que crece y se desarrolla sin un modelo masculino y el femenino no le sirve para conocer, integrarse y disfrutar del mundo que le rodea.
Se convierte en un solitario, lleno de rituales y obsesiones, también se crea un personaje público pero no puede relacionarse con nadie en su vida privada.
Se queda atrapado en el recuerdo de su madre, quiere ser un buen chico y hace todo lo posible, no siente deseos sexuales por las chicas, sólo quiere sentirse necesitado y hace todo lo posible por serlo y cuando ve que ya no lo necesitan se vuelve violento, no soporta el abandono, el rechazo de no ser el único para esas chicas que va conociendo.
Parecen la pareja perfecta:
- Él necesita que lo necesiten y
- Ella necesita que la cobijen
Los seres humanos desde que nacen se esfuerzan por vivir y estar en el mundo (Carlos Castilla del Pino, Teoría de los sentimientos, Tusquests Editores, Ensayo, 2000, pag 55-79) pero para vivir hay que relacionarse con la realidad y se necesita una vinculación afectiva y una vinculación cognitiva, la capacidad del sujeto para identificarse en todo o en parte con el objeto, hacerlo suyo empírica o virtualmente; necesitamos del factor emocional, de los sentimientos para conocer e identificar nuestro entorno. Nuestros protagonistas, por diferentes causas, no tienen una relación de simetría sujeto/realidad, no consiguen gestionar sus circunstancias.
El director como un perfecto psicoanalista presenta un puzzle de los pensamientos del protagonista que, en casi todos los casos, más que recuerdos son autenticas regresiones. A medida que avanza la película vamos viendo la “desestructuración” de un señor que no puede seguir inventándose una vida, los recuerdos son regresiones sin ningún tipo de contención que lo van arrinconando, y a la vez, asistimos al proceso en el que una joven empieza no sólo a ver, también mira lo que le está sobreviniendo.
Me gustaría destacar el libro de O.F.Kemberg Trastornos graves de la personalidad, Manual Moderno, 1987, (pg, 68-83) todo un clásico, donde describe los diferentes problemas que nos surgen a la hora de la clasificación de los trastornos de personalidad y destaca que uno de los criterios para el trastorno límite de personalidad es “la perturbación de la identidad manifestado por la incertidumbre respecto a diversos temas en relación con la identidad, tales como la autoimagen, identidad sexual, objetivos a largo plazo, elección de carrera, pautas de amistad, valores y lealtades.”
Estos criterios se pueden aplicar a nuestro jefe de catering, no quiero hacer un diagnostico pero sí tuviese la tentación de hacerlo siempre sería del protagonista, la adolescente, Felicia (interpretada maravillosamente por una actriz novel Elaine Cassidy) es sólo eso, una adolescente que no cuenta con recursos suficientes para enfrentarse a sus circunstancias de forma constructiva.
El protagonista no infunde ninguna ternura, es un personaje al que se respeta por lo que hace pero no por lo que es; su aspecto y su forma de expresarse, provocan desconfianza, incluso a esta chica tan sola y tan desorientada; ella no entiende que la quiera ayudar y no acaba de confiar en él pero se queda atrapada en una situación que ella no controla.
El señor Hilditch (por fin lo he nombrado) (trabajo magistral del actor Bob Hosking y según ha dicho él mismo, uno de los papeles más difíciles que ha interpretado) lleva puesta “la mascara de la cordura” engaña, manipula, finge empatía cuando es necesario, se hace un hueco en una profesión respetada, se crea un personaje público, es frío y calculador, sabe juzgar las necesidades de los demás y conoce todas las convenciones sociales a las que se adapta de forma engañosa. Podría ser el antisocial que defiende su reputación de T.Millon, Trastornos de la personalidad en la vida moderna, Masson, 2006, pag. 167-195 con rasgos narcisistas que defiende su reputación de fuerza e invulnerabilidad, quiere ser tenido en cuenta, no va a consentir que se le menosprecie, ni se le mantenga al margen con facilidad, rehuye la compañía pero defiende su posición hasta llegar a doblegar a sus rivales si es necesario.
Ni todos los antisociales son criminales ni todos los criminales son antisociales, desde la normalidad a la patología hay un gran recorrido y en ese laberinto nos encontramos en esta sociedad postmoderna, llena de cambios rápidos sin tiempo de digerir y que son motivo de continuo estudio para conocer las consecuencias personales, familiares y laborales.
Después de ver esta película desoladora pero magnifica, entiendo que el director diga que se mueve en el terreno de la memoria y el deseo. “Con la ayuda de la memoria autobiografica vamos adquiriendo conciencia de nuestra propia experiencia individual”(Antonio Damasio. En busca de Spinoza, Neurobiología de la emoción y los sentimientos, Critica Barcelona, 2006 pag. 248-267) y si no fuera por la conciencia no habría nivel de angustia, ni desarrollaríamos sentimientos de empatía que nos permiten experimentar la simpatía y la pena que nos puede despertar el otro. Tanto “la conciencia como la memoria son dos dones biológicos que compartimos con otras especies pero que alcanzan mucha más importancia y grado de refinamiento en los seres humanos”. Por supuesto, como ven, nos movemos entre la neurobiología y la psicología; el cerebro y la mente, el cuerpo y el ambiente y en los dos terrenos no debemos dejar de investigar.
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