Muy Buena.
La película plantea la imposibilidad de comunicación, la dificultad de reconocimiento de un otro diferente. Se genera un choque frontal entre dos mundos muy distintos pero mínimamente separados.
Este choque también se da en el Artista (2009), película anterior de estos directores, y parece emerger como tópico en el cine de este tándem.
En el Hombre de al lado, se enfrentan dos cosmogonías diferentes puestas de manifiesto por el agujero en la pared. Por un lado Leonardo, un hombre sofisticado, refinado, exitoso, snob, adaptado a la cultura occidental.
Por otra parte Víctor, avasallador, en principio más rustico, un troglodita como le llaman en algún momento de la película.
Gran parte del merito de esta película es que nos muestra a dos personajes con los cuales podemos identificarnos en distintos momentos y de distinta forma. Con el avasallador y pasional Víctor que tan solo busca un poco de luz, o con el atemorizado y atormentado Leonardo.
Se plantean interrogantes al espectador, impidiéndole que se sienta cómodo en la identificación con cualquiera de los personajes.
¿Con quién se identifica el espectador en primer lugar? ¿Con Leonardo o con Víctor?
No será hasta la escena final de la película que tomaremos verdadera conciencia de la genuina naturaleza de cada uno.
Uno podría pensar que Víctor es el que realiza mayores esfuerzos en poder hallar un lugar de encuentro, de hecho lo consigue con otros personajes, como con Lola, la hija adolescente de Leonardo, con la cual el padre no acierta a encontrar una forma de comunicarse, con la alumna de Ana, la mujer de Leonardo, con la gente en la calle, etc. Cierto es que los intentos de Víctor de encontrar una solución son vividos como avasalladores o cuando menos inquietantes por Leonardo y también por el espectador.
Todos en nuestra vida hemos tenido algún conflicto con algún vecino. La situación es familiar, cercana. Pero cuando Víctor abre un agujero en la pared, el mundo de Leonardo se resquebraja y lo que pone en evidencia no son las escenas domesticas de su familia, sino su mundo interno y su incapacidad para comunicarse con los demás.
Leonardo tiene miedo de Víctor, le asusta. Intenta ante su mujer, amigos, parecer como que le ha puesto límites, como que ha puesto las cosas en su lugar, pero en realidad le tiene miedo y se anula en cada momento que le tiene delante.
No es capaz de hablar honestamente con Víctor. Siempre que lo hace recurre a la mentira, al pretexto, a la excusa. Esta simulación comienza a desgastarlo por la frustración y por la incipiente vergüenza que comienza a sentir. Todo aquel que procura sostener una imagen ante los demás sabiendo que no se corresponde con la realidad sabe lo que cansa. Es la fatiga del otro yo.
La dificultad de Leonardo para comunicarse de forma genuina se extiende a otras relaciones. Con su mujer, por ejemplo, profesora de meditación, es incapaz de escucharla. También ante ella pretende dar una imagen de hombre resuelto, decidido.
En el ámbito profesional también miente, inventando excusas para justificar su trabajo.
En definitiva, cada vez le queda menos espacio donde esconderse, donde no ser visto. El agujero que Víctor hizo en la pared cobra en lo simbólico dimensiones enormes. Cada vez a Leonardo le cuesta más ocultar sus mentiras y soportar el cansancio de simular ser quien no es. La situación se va tornando insoportable y Víctor comienza a convertirse en una obsesión.
Por otra parte Víctor, es un hombre avasallador, parece más fluido. De un nivel económico más modesto pero parece más conectado con las personas. Procura establecer una relación cercana con Leonardo pero de una manera que genera lo contrario de lo que busca. “Te quiero y te respeto como vecino” le dice en una conversación. Esa intimidad forzada Leonardo la vive de forma violenta.
Víctor atenta contra una de las obras de arte arquitectónico más importantes que hay en Latinoamérica. Es un golpe simbólico a lo intelectual.
Esta solo, necesita un poco de luz. Esta haciendo una reforma en su casa, esta reacomodando las cosas y en sus planes se encuentra una ventana en la cocina de su casa.
Víctor es capaz de dar miedo e inspirar ternura de una escena a otra. A pesar del tono bonachón que en ocasiones presenta, Víctor no parece ser el vecino con el que uno quiere tener problemas. Sin embargo parece querer resolver las cosas hablando, de otra manera, acercándose, con flores, mate, una escultura de regalo “el Origen”, escultura que hace referencia a su madre, pero en definitiva, otra forma de entender el arte.
Para Víctor el arte es una forma de expresión, para Leonardo por otra parte, el arte es estatus y reconocimiento; Tiene que ser funcional. Su prestigio proviene de haber sido el diseñador de una silla que ha ganado el primer premio en la última bienal europea.
Perspectiva Relacional
Uno no puede tener una imagen de sí mismo si no hay otro que se la refleje (Castilla del Pino, 2009).
Leonardo no puede soportar la imagen que de si mismo le devuelve Víctor. Miedo, impotencia, frustración, vergüenza, van generando un odio profundo que terminará tornándose en envidia. Leonardo, el admirado y prestigioso diseñador siente miedo e inseguridad ante Víctor.
Leonardo no tiene con quien compartir esta experiencia. Con su mujer va de algo que no es y además ella le exige y le presiona más imposibilitando cualquier acuerdo entre Leonardo y Víctor. De su amigo piensa que es un tarado.
Guarda esa experiencia de miedo e impotencia que le genera Víctor en lo más profundo de su ser y despliega con él un vinculo donde es la víctima de un troglodita agresivo y avasallador. Algo hay en Víctor que facilita esta depositación, incluso el espectador puede que también le haya colocado en el lugar de vecino violento.
En Leonardo el sentimiento de impotencia se va acrecentando, no consigue resolver esta tensión y siente de alguna manera que se resquebraja su mundo, abriéndose la brecha entre su imagen pública de hombre triunfador y exitoso, seguro y refinado y su Self actual, aterrado, inseguro, impotente. Esta brecha comienza a generar una incipiente Vergüenza que refleja la discrepancia entre la experiencia del Self ideal y del Self actual (Morrison, 2008).
Leonardo lucha por sostener su ilusión de control, su omnipotencia, y es incapaz de salir al encuentro de un otro diferente (Víctor)
Se respira una violencia muda, una tensión que se intensifica a lo largo del film.
La ambigüedad es la clave, que no deja que el espectador se acomode y defina la situación.
Leonardo va sucumbiendo al odio y a la envidia que Víctor le genera. Víctor es genuino, no se esconde, no la importa hacer el ridículo, de hecho se mueve por otros códigos que son los mismos que tal vez no le permiten ver a Leonardo tal como es.
La envidia, como señala Castilla del Pino (2009) deriva del propio sentimiento de impotencia, con el surgimiento del odio hacia el otro que tiene lo que anhelo. En este caso Víctor pone en tela de juicio el orden del mundo de Leonardo.
En la envidia, el odio es el sentimiento que permite que se despliegue ahora si una relación sujeto/sujeto, donde se pasa de envidiar lo que el otro tiene a envidiar al poseedor de lo anhelado.
Leonardo devalúa a Víctor constantemente, lo menosprecia, pero por la misma razón el hecho de que Víctor sea capaz de ser auténtico y genuino se le vuelve más insoportable si cabe a Leonardo puesto que le refleja una imagen de sí mismo mas deficitaria aún. Cuanto más lo menosprecia, es peor, pues más acuciada es su sensación de frustración e impotencia.
Así es el paradójico mecanismo el de la envidia.
Si alguien nos supera, es más tolerable que sea alguien a quien respetamos.
Crisis de valores
Desde América Latina se tiene mucho que aportar sobre las crisis y la forma de sobrellevarla. A decir verdad Argentina, y el resto de los países de América del Sur llevan décadas en crisis y a través de manifestaciones culturales, como el cine por ejemplo, han plasmado una realidad que ya ha llegado a esta otra orilla del rio.
Posiblemente todos conocemos la representación china de crisis, donde el símbolo de Peligro va junto al de Oportunidad. La crisis puede ser una oportunidad para replantearnos los valores que rigen nuestra sociedad y nuestra vida.
La crisis que estamos viviendo en España, ha puesto en tela de juicio nuestra forma de vivir y nuestros valores. A pesar de que Nietzsche dice que Un hombre es lo que promete, tengo que admitir que soy escéptico en cuanto a un cambio profundo de mentalidad en nuestra sociedad. Creo que en cuanto pase la tormenta todo volverá a su cauce y seguiremos aspirando a un bienestar sustentado en la injusticia social y en la alienación del individuo. Debería ser diferente.
El problema de la incomunicación y de la falta de reconocimiento, no es un problema de Víctor y Leonardo, es un problema de la sociedad en la que vivimos, y del mundo que habitamos. Es un problema universal. Nos cuesta reconocer lo diferente, no por falta de capacidad, sino por miedo a lo desconocido, por la angustia profunda que nos genera enfrentarnos a lo incierto.
El Odio que siente Leonardo también tiene una trascendencia más allá de la situación particular. Es un Odio que define al enemigo, al diferente, al extraño, y por la misma razón, el odio es un sentimiento que puede estar asociado a un sentido de pertenencia a un grupo determinado, a una clase determinada, etc.
El Odio puede ser un referente de la posición que ocupamos. El odio es otro elemento que nos diferencia.
En ocasiones el tener un enemigo común nos une. Hay ocasiones donde necesitamos un contrario o un opuesto para poder saber en qué posición estamos. Criticar a alguien, “objetivamente” nos coloca en un lugar de superioridad aparente, por lo tanto el envidioso critica para afirmarse.
Criticando al otro, construimos una identidad por oposición, en vez de por afirmación. No es fácil construir una imagen integrada de uno mismo y los demás, lo suficientemente consistente como para reconocernos y lo suficientemente flexible como para permitirnos reconocer al otro.
En ocasiones procuramos evitar lo incierto del encuentro con el otro colocándolo en un lugar donde no genere ningún tipo de cuestionamiento a nuestra posición en la relación. Esto pone en evidencia el complejo proceso de ver y también, de ser visto.
La crisis nos da de bruces con lo incierto.
El hombre de al lado, no nos engañemos, vive en nosotros mismos, es muy delgada la línea que separa a nuestro ser más genuino más auténtico con nuestra fachada más funcional. ¿Quien se muestra tal cual es?
En el mejor de los casos, alcanzamos y mantenemos ese equilibrio dinámico, o estructuración óptima (Ávila Espada, 2009) que nos permite soportar cierta incongruencia entre distintos aspectos de nosotros mismos. Discrepancia de deseos, motivaciones y anhelos. Llegamos a acuerdos, concesiones y compromisos que nos permiten sostener distintas facetas de nuestra personalidad y de este modo, afrontar desafíos sin renunciar a la idea de lo que somos o nos define esencialmente.
Para terminar me gustaría señalar la importancia de no perder el contacto con lo que tenemos de Leonardo y lo que tenemos de Víctor, es decir, con nuestro anhelo de mejora, de refinamiento de sofisticación y nuestra capacidad para conectar con el disfrute y nuestro lado más pasional.
De ello depende nuestra salud mental, de nuestra capacidad para tolerar cierto grado de incoherencia con nosotros mismos, sin renunciar a un grado mínimo suficiente de consistencia interna que nos permita reconocernos.
Pocas cosas más difíciles hay que ser coherente. Lo dice alguien que se ha equivocado mucho.
Me gustaría para terminar, plantear una pregunta; ¿A quién nos parecemos más, a Víctor o a Leonardo?, por supuesto que les pido que obvien los cinco últimos minutos del film.
Sobre los Directores
Para empezar señalar la singularidad de una película dirigida por dos directores, Gastón Duprat y Mariano Cohn, quienes se conocen a principios de los 90, en un festival de cine en Buenos Aires, donde Mariano Cohn, unos años más joven que Gastón Duprat, presentaba un trabajo. Gastón Duprat era uno de los miembros del jurado. Desde entonces han trabajado juntos en numerosos y diversos proyectos.
Son Hombres de televisión, defensores y amantes de la misma. Investigadores del video experimental. Al ver sus currículos, se percibe un espíritu inquieto que convoca a la búsqueda de las posibilidades de expresión en un medio que conciben como poco desarrollado y con un potencial inmenso. Defienden la televisión como un medio donde se sienten más libres, que no esta tan regido por genios o personalidades, a diferencia del cine, donde parece que las sombras alargadas de los grandes genios de la pantalla determinan lo que es de calidad y lo que no.
Realizan una crítica de la televisión Argentina actual y el uso que se hace de la misma como una herramienta de propaganda política.
No están de acuerdo con los críticos que entienden la televisión como un medio menor en comparación con el cine.
Hay que tener en cuenta que ellos son los creadores de Televisión Abierta (1999), un formato innovador de gran repercusión televisiva donde el público era el protagonista pudiendo hacer uso de la cámara para lo que quisieran. Más tarde siguiendo esta idea aparece el canal de televisión cultural Ciudad Abierta (2002), transmitiendo las 24 horas del día con los ciudadanos una vez más como únicos protagonistas y la ciudad como estudio.
Sin pretender abarcar la totalidad del carácter de estos directores, parece que el punto de encuentro entre ellos es la investigación del potencial comunicador de la televisión, o cabría decir más bien de la imagen, y el diálogo que abre con el espectador. A través del juego que se genera alrededor del poder evocador de la imagen es que se introducen en el cine.
Una de sus primeras películas es El artista (2008), donde alrededor del mundo del arte plantean un tema sobre el que no emiten juicio, sino que dejan abiertas preguntas sin respuesta y que deberá contestar cada espectador; , ¿qué es un artista?, ¿cuándo una obra de arte es considerada una obra y cuando no?, ¿el arte va detrás del mercado o el mercado detrás del arte?, ¿quién es el artista, el que hace las obras con sus manos o el que las pone en valor y hace que la sociedad que lo rodea lo tilde a uno de artista?
El Artista es una película recomendable para seguir explorando el lenguaje que plantean estos directores, donde comienza a forjarse un sello distintivo, la ambigüedad y el planteo de preguntas que no son contestadas por la historia relatada y que cada espectador deberá responder por sí mismo.
Pero también en “El Artista” se plantea la incomunicación, la imposibilidad de ser escuchado si uno no lo hace a través del lenguaje del otro. En El Artista, el protagonista, persona precaria, de un nivel socio - económico bajo simula ser alguien que no es, para poder disfrutar de los privilegios de un mundo que le está vedado por no ser reflejo de lo que se supone debe representar un artista.
Sobre el Guionista
Creo que es necesario señalar la impronta del guionista en la película. Andrés Duprat, nacido en La Plata, en 1964. Se recibió de arquitecto pero rápidamente se intereso por las artes visuales. Estuvo en proyectos de cooperación argentino-española tras la dictadura, en esos proyectos que aparecieron como una forma de apoyo a la delicada democracia que se intentaba consolidar y que como en otros escenarios, en lo cultural también había sido muy castigada por el régimen militar.
En los últimos años ha ocupado cargos de máxima responsabilidad a nivel institucional relacionados con el arte como por ejemplo director del Museo de Bellas Artes y del Museo de Arte Contemporáneo de Bahía Blanca. Fue director del área de cultura de Fundación Telefónica y curador jefe del centro de arte contemporáneo Espacio Fundación Telefónica en Buenos Aires (2002 - 2004). Desde 2005, es director de Artes Visuales de la Secretaría de Cultura de la Nación. Ha sido el guionista de El artista, El hombre de al lado, y de la última película "Querida voy a comprar cigarrillos y vuelvo", que es la adaptación de un relato de Laiseca.
En la película se mezcla lo autobiográfico del guionista, de hecho revela que la idea original de la película surge a partir de una experiencia personal, que por supuesto aclara, no terminó de forma tan tremenda.
Referencias
- Ávila Espada, A. (2009) La psicoterapia psicoanalítica relacional: Conceptos fundamentales y perspectivas. Trabajo incluido en el SIMPOSIO INTERPSIQUIS 2009, 10º Congreso Virtual de Psiquiatría. Nº de referencia [1683325549]
- Castilla del Pino, C. (2009). Teoría de los Sentimientos. Barcelona; Tusquets
- Morrison, A.P. (2008). Fenómenos Narcisistas y Vergüenza. Clínica e Investigación Relacional, 2 (1): 9-25. [ISSN 1988-2939] [http://www.psicoterapiarelacional.es/CeIRREVISTAOnline/Volumen21Mayo2008/tabid/355/language/es-ES/Default.aspx].