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El Gran Gastby



TÍTULO ORIGINAL The Great Gatsby

AÑO 2013, Australia  

DIRECTOR Baz Luhmann 

BASADA EN LA OBRA DE SCOTT FITZGERALD

MÚSICA Craig Armstrong

FOTOGRAFÍA Robert Presley

REPARTO PRINCIPAL:  Leonardo Dicaprio, Tebey Maguive, Carey Mulligan


SINOPSIS: En los años veinte del siglo XX, en la alta sociedad americana llama la atención la presencia del joven Jay Gatbsy, inmensamente rico y misterioso, al que todos consideran un advenedizo aunque no dejan de asistir a sus extravagantes fiestas en su gran mansión de Long Island; este hombre vive obsesionado por recuperar un antiguo amor, a Daisy Buchonan, a la que había abandonado años atrás; a través de la narración de su joven amigo y vecino Nick Carraway nos trasladamos a la sociedad “de la exaltación del amor y del sueño americano”

Reseña de ROSARIO CASTAÑO 

A pesar de que El Gran Gatsby es una producción al más puro estilo del cine de Hollywood, al que no soy muy aficionada, me resultó muy interesante desde el punto de vista psicológico; ésta es la última versión cinematográfica de la novela de Scott Fitzgerald publicada en 1925, una novela que no llegó a tener muy buena acogida, de hecho cayó en el olvido hasta que se volvió a editar en los años cincuenta del pasado siglo, llegando a formar parte de los libros que se estudian desde entonces en colegios y universidades; es una historia que ensalza “el sueño americano”, la alegría, la felicidad y las grandes posibilidades de riqueza y opulencia junto a las posibilidades de libertad sexual, de múltiples estilos de vida y las posibilidades de “inventarse” una identidad que pueda conseguir todo lo anterior.

Se han hecho varias versiones cinematográficas aunque yo sólo he visto la dirigida por Jack Clayton en 1974 con Robert Redford y Mía Farrow, de la que no tengo muy buen recuerdo, con unos protagonistas fríos, una historia demasiado superficial y un ambiente excesivamente cursi. En esta última versión, el director Baz Luhmann, al igual que hizo en Romeo y Julieta (1996) Moulin Rouge (2001) o Australia (2008), opta por recursos técnicos centrados en los excesos en todos los aspectos: una puesta en escena exageradamente teatral, una peculiar manera de manejar la música que a veces nos hace creer que estamos asistiendo a un musical, o un enfoque de cámara dirigido a superfluos e innecesarios detalles decorativos de interior o de paisaje.

No obstante y a pesar de  todas las distracciones que aparentemente nos alejan de los personajes, al terminar la película comprendí que yo había estado fijándome todo el tiempo en “ese niño que debió ser Gatsby”, figura que nadie espera encontrar en medio de un ambiente de grandes despilfarros no sólo de mansiones, coches, dinero y alcohol también de anhelos y fantasías; me quedé sentada en la sala todavía obscura haciéndome preguntas que en nuestra profesión se nos hace constantemente y a las que intentamos encontrar alguna respuesta: ¿podríamos construir una identidad y un futuro sin tener en cuenta nuestro pasado y sin llegar a repetirlo? ¿podríamos amar habiendo olvidado cómo nos amaron o cómo nos rechazaron?. Estas dudas me surgieron porque me interesó mucho el joven vecino y amigo de Gatsby que es el narrador de esta historia, a través de su mirada todavía “inocente” podemos sorprendernos igual que él de este personaje, tal vez el gran papel que desarrolla Leonardo Dicaprio ayude a esto pues consigue que un pobre hombre obsesionado y narcisista nos atrape cuando no es en ningún momento empático.

No sé ni nadie puede saberlo, creo yo, si ahora somos más felices o menos que en otras épocas, no hay estadísticas fiables, la alegría y la dicha son difíciles de medir ¿Internet y las redes sociales nos han hecho más felices?. Decía Foucault que cada sociedad produce su propia verdad [1] y parece que al igual que en los años cincuenta del pasado siglo actualmente podríamos buscar la manera de vivir felices y de salir de la presión de la crisis con una búsqueda compulsiva de alegría y nuevas experiencias, en la creencia de que no tenemos referentes cuando en realidad hace ya tiempo que la sociedad occidental ha ido creando su propia verdad ¿tal vez centrándola casi exclusivamente en el discurso científico y en las instituciones que lo producen?[2].

No pretendo definir la felicidad pero este concepto me lleva al de identidad, un concepto que se incorpora al mundo psicoanalítico precisamente en esos mismos años cincuenta gracias a Erick Erickson, y también al de narcisismo, que viene siendo estudiado desde los inicios del Psicoanálisis. Una identidad suficientemente integrada supone el desarrollo de la autoafirmación, la admiración y la conexión con otros que puedan alentarnos y a quienes podamos respetar, algo que se suele y se debe dar desde la infancia aunque opera continuamente hasta la muerte. Estas experiencias son fundamentales para el desarrollo de un narcisismo sano y una capacidad de autonomía, lo que nos permitirá amar y ser amados, sosteniendo las ilusiones y soportando las frustraciones, alejándonos de las obsesiones y las conductas compulsivas.

Gatsby vive obsesionado y en su afán de conseguir una vida que no tuvo huye del pasado y busca la felicidad en una falsa conexión con los demás a través del tener y no del ser según la terminología de Erich Fromm[3]. En términos winnicontianos Gatsby no ha podido pasar por el proceso de la ilusión a la desilusión, no ha tenido una madre (o figuras de apego) con la capacidad para posibilitar al bebé la ilusión de crear el mundo para luego favorecer su desilusión como logro madurativo, facilitando de ese modo la transición del mundo interno, de lo subjetivo al reconocimiento de la exterioridad y el principio de realidad[4]. Por mucho que le pese a su joven amigo el Gran Gatsby se ha quedado atrapado en la fantasía omnipotente sin posibilidad de una vida  emocional y creativa.


[1] Foucault, M. (1992). Microfísica del poder; ediciones la Piqueta, Madrid, pp. 187.

[2] Peteiro Cartelle, J. (2010). El autoritarismo científico. Miguel Gómez Ediciones.

[3] Fromm, E. ( 2010) . ¿Tener o ser?. México. Fondo de cultura económica. (to have or to be, original de 1957).

[4] Winnicott, D.W.(1997). Realidad y Juego. Gedisa editorial. (del original en inglés Playing and reality de 1971).


 

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