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CINCO LOBITOS
Título original: Cinco lobitos
Año: 2022
Duración: 104 min.
País: España
Dirección: Alauda Ruiz de Azúa
Guion: Alauda Ruiz de Azúa
Fotografía: Jon D. Domínguez
Reparto: Laia Costa, Susi Sánchez, Ramón Barea, Mikel Bustamante, José Ramón Sorioz, Amber Williams, Lorena López, Leire Ucha Elena Sáenz, Asier Valdestilla García, Nerea Arriola, Juana Lor Saras, Justi Larrinaga, Isidora Fernández
Productora: Encanta Films.
Sinopsis: La protagonista acaba de ser madre y se siente confusa, no sabe cómo serlo, todo le abruma, lo que se acrecienta cuando se queda sola con su bebé, por lo que decide volver a su pueblo natal, a casa de sus padres donde va a descubrir que ser hija y madre a la vez le aportará una serie de descubrimientos que hasta entonces no había vivido.
Premios
Festival de Málaga 5 premios incluyendo Biznaga de Oro, y mejor película y mejor guion.
Según https://www.filmaffinity.com/es/film309973 Cinco lobitos está en la posición 1 dentro del ranking top de las 50 películas de este año 2022; en la posición 11 de las mejores películas españolas de la historia y la 53 dentro de las mejores películas del siglo XXI.
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Comentario de
Rosario Castaño
¡Qué historia tan cotidiana y tan sorprendente! El primer largometraje de esta directora nos hace reír y llorar a la vez, cuenta las primeras peripecias con la crianza, entremezclando la cruda realidad con naturalidad, sutileza y mucha sensibilidad, lo que es todo un arte que permite a jóvenes y mayores identificarse con sus protagonistas.
Alauda dice que el guion está basado en su propia experiencia con la maternidad, un guion bien estructurado que cuenta con un trabajo excelente de todos los protagonistas pues cada uno en su papel nos transporta a la sociedad occidental actual, donde los roles familiares han ido cambiando a lo largo de los años, quién cuida a quién, cómo se acepta y se desarrolla la maternidad/paternidad, qué papel juega la familia de origen cuando los hijos se independizan, y sobre todo cuando estos hijos se convierten en padres…
Winnicott defendía que el hogar es el punto de partida, donde aprendemos a relacionarnos con los demás y con nosotros mismos, el sitio de donde partimos para ser y estar en el mundo, por eso en psicoterapia es tan importante conocer el contexto social y familiar de donde procede cada paciente pues, aunque somos iguales como seres humanos, cada persona es diferente y única. Somos iguales porque pertenecemos a un contexto social, temporal donde prevalecen una serie de normas explicitas e implícitas que van a condicionar nuestra forma de estar con los demás y nuestra forma de entender el mundo.
La directora se centra en una chica en los treinta, que se enfrenta por primera vez a la maternidad, sorprendida de sentirse tan sola e incomprendida, casi desamparada, a la vez que se muestra torpe para pedir ayuda, pues para ella la familia de origen -la madre, pero también el padre- no son suficientes referentes para calmar su angustia y conseguir la seguridad y confianza tan necesarias en ese momento crucial de su vida; aunque también nos muestra la figura del padre joven que tampoco sabe cómo enfrentarse a la paternidad.
El nacimiento del bebé pone en juego todos los vínculos familiares y también los vínculos que se van creando a lo largo de la vida; pone de manifiesto algo que vemos en consulta muy a menudo: el dilema de los vínculos de la familia de origen, que van de la fragilidad a la fortaleza, pero también las dificultades que encontramos en la creación de nuevos vínculos en la relación de pareja, sobre todo cuando aparecen los hijos, ¿aceptamos e integramos lo aprendido en la propia familia, lo rechazamos? La protagonista se enfrenta a situaciones inesperadas, secretos familiares, y duelos que le obligan a tomar decisiones a nivel personal para poder retomar de nuevo su independencia de los lazos familiares.
La pareja entra en crisis, descubre con sorpresa que la vida que han tenido hasta entonces ha desaparecido y que tienen que aprender a vivir de otro modo, y entre otros temas, descubren que la función de los cuidados no se va a aprender en unos días, va a requerir de un largo proceso que no tiene fin. Una de los aspectos que más me gusta de esta historia es la mirada de la directora, y el tono con que presenta a cada personaje de la familia, sin juicio moral, sin buscar la venganza, o la culpa, son personas reales que nos transmiten sentimientos con los que nos podemos identificar y por lo tanto podemos entender, aunque nos perturben muchas de las emociones que nos transmiten, agradecí esa mirada de la directora, alejada de nostalgias y dramatismos, a pesar de mostrar una realidad que nos puede hacer sentir añoranza y extrañeza de lo familiar y conocido que ya se perdió.
Nadie nos enseña a ser madre o padre, aunque nos lo repitiesen una y otra vez, esa experiencia vital siempre nos cogerá por sorpresa y nos llevará a una crisis de la que podremos salir fortalecidos dependiendo de muchos factores: el carácter personal, la relación de pareja si la hay, los recursos personales y familiares y la capacidad para adaptarse a una tipo de vida que exige cuidar y ponerse en el lugar del otro, sobre todo en una sociedad que no fomenta ni facilita la función de los cuidados parento-filiales.
Cuando salí del cine me vino a la mente mi propia experiencia de maternidad, esa sensación de ahora me toca a mi cuidar, y me vi a mi misma mirando hacia atrás, hacia mi propia madre, una mujer para mí desconocida hasta entonces, y también hacia adelante, necesitaba saber cómo hacían las demás como madres, una lucha entre lo aprendido que aflora con toda la fuerza y las expectativas y deseos que aparecen también de forma sorprendente, algo que se suele analizar en las sesiones de psicoterapia.
En experiencias vitales como la maternidad o paternidad la mirada al pasado es inevitable, lo que me recuerda las palabras de Luis García Montero (2010, pp. 71)[1] en su poema …
“Y mirarse a los ojos”
… Recorrer la memoria de las habitaciones
es provocar la niebla del interrogatorio
Y no deben hablar, pero se anulan
en un silencio turbio
que delata el pasado de las sombras pacificas,
los cristales hirientes por donde pisa el orden,
las botellas guardadas en mensajes vacíos. …
Es inevitable viajar por los recuerdos y por los olvidos, haciendo un ejercicio de comprensión que nos ayude a alejarnos de melancolías y facilite enfrentarnos al presente y a un futuro que suele ser incierto. Siempre andamos entre incertidumbres y certezas, y la maternidad y paternidad como experiencia vital siempre transitará por esos derroteros.
[1] García Montero, L. (2010). La intimidad de la serpiente. Tusquets. Colección dirigida por Antoni Marí. (pp. 71)
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