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ALGUIEN A QUIEN AMAR

AÑO 2014 (Dinamarca) En du elsker.

DIRECTOR: Pernille Fischer Christensen

GUIÓN: Kim Fupz Aakeson, Pernille Fischer Christensen.

REPARTO: Trine Dyrholm, Mikael Persbrandt, Birgitte Hjort Sørensen, Sofus Rønnov.

Género: Drama

Duración: 95´

Sinopsis: Thomas Jacob, un cantautor de fama mundial, vive en Los Ángeles. Después de una ausencia de años, regresa a Dinamarca para grabar un nuevo álbum y se reencuentra con la hija de la que se distanció. Esta le presenta a Noa, su hijo de 11 años. A pesar de no conocer al niño, a Thomas no le queda más remedio que cuidar de él. Poco a poco, la música hará que los dos conecten y Thomas se verá obligado a tomar una decisión que cambiará su vida para siempre.[i]

Reseña y comentario de SANDRA TORIBIO CABALLERO

Thomas Jacob, un famoso cantante de rock, es un hombre solitario, centrado en sí mismo y en su carrera, con graves dificultades en la esfera relacional. Regresa a su Dinamarca natal para grabar un nuevo disco, pero lo que no está en sus planes es que deberá enfrentarse a un dilema moral: su hija, con la que apenas tiene relación y que sólo le busca para pedirle dinero, muere a consecuencia de sus adicciones, dejando un hijo. No se conoce padre del niño y tampoco hay otras personas significativas que puedan hacerse cargo de él.

Thomas parece estar dispuesto a ocuparse de la parte económica y logística de los cuidados de su nieto, Noa, buscándole un internado, pero no parece que vaya a poder hacerse cargo de la parte emocional. En un primer momento, quizás resulta más fácil sentir enfado hacia Thomas y pena hacia Noa, un niño que se ha quedado sólo en el mundo, pero a medida que Thomas va hablando de sus dificultades, podemos comprender mejor sus motivos: no se siente capaz, ni disponible, para proporcionar unos cuidados afectivos que nunca antes ha dado. En realidad está reconociendo sus propias limitaciones y siendo honesto, aceptando que lo que “se debería hacer” no es una posibilidad para él, ya que siente que no puede dar nada a nadie.

A pesar de sus dificultades en lo relacional, son varios los vínculos significativos con los que cuenta. Su manager, Kate, es la persona que le organiza, le da soporte y estructura, le lleva de la mano (casi literalmente) al trabajo, a casa,… gestiona sus asuntos profesionales pero también personales. Le da las pastillas para dormir, le dice cuándo ponen en la tele su programa favorito, en qué momento podrá echarse una siesta,… casi podríamos decir que funciona como una “cabeza pensante auxiliar”.

Con Mollie, su productora, es con quien tiene una relación más íntima: parece que la relación, ahora profesional, puede haber sido amorosa/sexual en otros momentos. Thomas dice que sin ella estaría perdida, que pone orden en el caos. Posiblemente es con ella con quién más conexión tiene y con quien mejor se entiende porque tienen un lenguaje común: el de la música.

La relación con su hija, Julie, está cargada de reproches: Julie recrimina a Thomas su ausencia en el pasado, que no haya pensado en ella. Llama la atención su soledad: sólo puede echar mano de su padre, a pesar de la escasa relación que tienen, para que cuide a su hijo cuando ella no puede hacerse cargo. Podríamos decir que arrastra las adicciones de forma intergeneracional: sus abuelos consumían, su padre consumió y ella consume. En una entrevista con la directora de la película, Pernille Fischer, le preguntan por la escena de la película cuando Thomas le dice a su hija que ya es demasiado tarde para crear una infancia feliz. La directora responde: “Sí, y es verdad, pero nunca es tarde para cambiar la forma en que vemos nuestra infancia. No se puede usar una infancia infeliz como excusa para seguir pasando mierda a la siguiente generación. Todos nosotros, cada generación tiene la obligación de conseguir que la siguiente esté un poco mejor. Hay que intentarlo por lo menos, especialmente en esta época” [ii].

Thomas se encuentra más cómodo rodeándose de mujeres: mujeres que le cuidan, le apoyan, le comprenden, le toleran, aunque estas relaciones estén mediadas por lo económico.

Pero si hay una relación que resulta verdaderamente importante y significativa para Thomas es la que puede construir con su nieto Noa. A pesar de la reticencia inicial por parte de Thomas, desde el principio queda patente lo que tienen en común: la música, el lenguaje emocional de Thomas, desde donde puede expresar sentimientos y emociones, sirve de base para poder conectar con Noa. Los acordes de guitarra abren un nuevo espacio entre abuelo y nieto, un espacio de transmisión del conocimiento, pero también de juego y diversión.

Es la relación con Noa la que hace que se tambaleen los supuestos cimientos en la vida de Thomas. Al fallecer su madre, Noa confronta a su abuelo con preguntas a las que éste no puede responderle: “¿Dónde vivo? ¿Y todas mis cosas de casa? ¿Estamos juntos? ¿Vivo contigo? ¿Y dónde voy a vivir?”. Thomas no puede contener la angustia de Noa, posiblemente porque él esté sobrepasado con su propia angustia al haber encontrado al fin alguien a quien amar.

Sin duda, la relación más complicada parece la del propio Thomas consigo mismo. Cuenta con un historial de drogas – que tal y como él explica le servían para llenar un vació y le facilitaban la socialización - ingresos en clínicas de desintoxiación, matrimonios fracasados,… Thomas habla de su familia como una familia de alcohólicos: en el caso de su hija Julie, la historia se repite. ¿Se salvará el nieto? ¿Qué tiene que pasar para que no se repita la historia? Noa va a tener sus propios traumas o heridas de las que reponerse, pero el Thomas de hoy es más sano que el de años atrás, cuando consumía, y quizás también lo es más que la madre de Noa, que murió de sobredosis, es decir, podría suponer una base para un vínculo seguro.

Parece que en esta historia de transmisión de trauma intergeneracional, falta una narrativa e historia familiar. Surge la esperanza cuando vemos en Noa la necesidad de hablar con su abuelo, de saber cosas de él, y cómo Thomas puede ir abriéndose y contándole a su nieto algo de quién es él y de porqué es así. En Thomas hay una importante dificultad en la expresión de los afectos: puede hacer cosas, pero no verbalizar sentimientos, por lo que se encuentra con la imposibilidad de contener y sostener a Noa cuando éste pierde a su madre. Esto nos lleva a pensar en la ausencia que probablemente hubo en la infancia de Thomas de padre/madre u otras figuras de cuidado/apego que le ayudaran a poner en palabras lo que sentía, a organizar su experiencia. Le da pánico sentir, estar acompañado, los vínculos íntimos. Parece que tiene miedo a lo malo… pero sobretodo a lo bueno que pueda pasarle. Habla de sus sentimientos de vacio y de miedo: miedo cuando llega la noche, miedo cuando amanece,…

¿Podrá hacerse Thomas cargo de Noa? ¿O será Noa quien termine cuidando de su abuelo?

Sin duda, es un momento diferente en la vida de Thomas: es más mayor (dice que está viejo en varias ocasiones), está más sereno y sobrio. Quizás cuidar de Noa es una forma de reparar el daño hecho a su hija: de su hija no pudo cuidar pero quizás de su nieto sí pueda hacerlo. Reparar también el daño hecho por sus propios padres: ellos no pudieron cuidarle pero él va a poder cuidar a su nieto, darle los cuidados que a él se le negaron.

Quizás la relación con Noa sea la más auténtica, la más pura,… No le pide nada material, sólo le pide que esté. Noa se ha hecho querer, y parece que Thomas ya no puede separarse de él. Quizás es la primera vez que puede permitirse querer. Quizás Thomas no contaba con verse inmerso en un vínculo que acabaría teniendo tanto poder de transformación.

Thomas lo pone en palabras en la canción final: “Lo poco que puedo dar, es todo mi amor en una canción que jamás dejaré de cantar… volveré a nacer por alguien a quien amar… … Lo das todo por alguien a quien amar. Lo haces bien por alguien a quien amar”.

 

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