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INCH-ALLAH

 

Año: 2012; Duración: 101 min; País: Canadá

Director y Guionista : AnaÏs Barbeau-Layalette; Música: Philippe Layalette

Interpetes: Eyelyne Brochu; Sabrina Ouazani; Sivan Levy; Yousef Joe Sweid Hammoudeb Alkami; Zorah Benali; Barlo Brandt; Marie- Thèrese Fortin Ahmad Massad; Yoay Donat.

Género: Drama- conflicto árabe-israelí.

Sinopsis: En un campo de refugiados palestino de Cisjordania, una joven canadiense cuida a mujeres embarazadas, mientras vive en la otra parte de la muralla, en zona israelí. Su relación con personas que se hallan a ambos lados de los muros y puntos de control del campo, hará tambalear sus propias convicciones.

Premios: Festival de Berlín, 2013, y Premios Genie 2013 con 5 nominaciones incluyendo mejor película.


Comentario realizado por Edelmira Fernández Cruz [1] 

Chloe es una chica joven, treintañera, trabaja como tocóloga en un consultorio en un campo de refugiados en Cisjordania. Vive en Jerusalén. Todos los días tiene que atravesar uno de los muchos checkpoints que controla el muro que rodea la ciudad, muro de ocho metros de alto y ciento cuarenta y dos kilómetros de extensión. Zona situada en el epicentro de uno de los conflictos más enconados y complejos de los muchos que desgraciadamente existen en el mundo: Conflicto Palestino-israelí.

Y yo me pregunto: ¿qué hace una chica como Chloe en un lugar como ése? No puedo evitar sentirla como una chica en constante búsqueda. La siento vulnerable y frágil. Hasta físicamente, la percibo así. Su mirada es triste pero también bondadosa. Una buena chica y profesionalmente, muy concienzuda y preparada. ¡cuántas cosas podemos llegar a sublimar con la profesión! La búsqueda de identidad, de pertenencia a un grupo...la búsqueda de sentido, en definitiva.

La vida de Chloe transcurre en medio de ese conflicto. Ella atraviesa todos los días ese muro para acudir a su trabajo de tocóloga en el asentamiento de refugiados del que os hablaba.

Dispone de un permiso que le permite el paso. La población palestina no puede entrar libremente a su capital histórica y espiritual porque Israel, la ha rodeado de ese horrendo muro, que sólo pueden atravesar los que tienen el privilegio de obtener un permiso.

En un artículo estupendo y esclarecedor de María Landi, activista latinoamericana comprometida con la causa palestina, escribía: “A los palestinos les está negado la posibilidad de vivir, estudiar y trabajar en la ciudad que les vio nacer, conservar la vivienda que construyeron con sus manos, rezar en los lugares sagrados o incluso seguir vivos. ¿Sabemos, cuando recorremos la inmensa explanada frente al muro de las lamentaciones, en la ciudad vieja de Jerusalén, que toda esa extensión era el barrio marroquí, destruido cuando Israel ocupó la ciudad en 1967? O que toda la ciudad vieja está en Jerusalén Este y que, según la ONU, éste sería territorio ocupado y que le correspondería a la capital del supuesto estado palestino? Que Jerusalén no es Israel es una verdad tan indiscutible como ignorada".

Amira Hass, periodista judía, nos dice: "Los jóvenes palestinos, no matan judíos por ser judíos, sino porque somos sus ocupantes, sus torturadores, los carceleros de su tierra, de su agua, los que destruyen sus hogares, los que les expulsan al exilio, los que obstruyen su horizonte".

Quiero dejar constancia, de que no son míos estos argumentos. Sólo trato de entender por qué a veces las personas se radicalizan hasta extremos insospechados y si existen otras formas de afrontar los problemas. El activista palestino Jamal Juma señaló recientemente que la diferencia fundamental con otras intifadas, es el papel que están jugando los colonos israelíes en los ataques: "La población colonial se ha transformado en una milicia bien armada y organizada e ideológicamente motivada. Merodean por los pueblos palestinos y atacan a sus habitantes en las calles y en sus casas. Igual queman a una familia entera que aplastan a un niño con un coche"

Este niño podría haber sido Yussef, uno de los protagonistas de esta historia. La noticia es real, está recogida de la prensa y la película, objeto de este comentario, no puede mostrarlo mejor.

La conducta suicida es un acto de desesperación y frustración. Se sienten sin horizontes. Los ataques cesarán cuando los jóvenes encuentren una forma mejor de resistir.

Pero, ¿y Chloe? ¿qué le pasa a Chloe? ...No es israelí, no es palestina, es canadiense...y se va a vivir a un país en guerra, en conflicto constante. ¿Querrá solucionar desde fuera sus conflictos internos? ¿Vivir en Jerusalén y trabajar todos los días en un asentamiento de refugiados en Palestina, no sería, parafraseando a Marc Augé, como vivir en un no-lugar? El espacio del no lugar no crea identidad singular ni relación, sino soledad y similitud (Marc Augé). En cierto modo, es similar a lo que nos dice Esquirol en su libro "Uno mismo y los otros”: "Sería algo así como que la casa que es el primer espacio de identificación y de recibimiento, es la condición que posibilitaría todo proceso de identificación y constitución de un mundo, lo que viene a decir que no tendría sentido lo abstracto sin lo concreto o, dicho de otra manera, para ser cosmopolita, hay que empezar por ser aldeanos".

Pero yo observo como terapeuta, que si bien la casa sería como el primer lugar de acogida y recibimiento, no menos importantes son otros grupos de acogida o pertenencia, ya sean buenos amigos en la adolescencia, la escuela, un buen profesor, un buen supervisor que no abuse de la asimetría, buenos compañeros de trabajo y tantos y tantos otros como grupos humanos sean posibles. Creo además que el grupo familiar, como único grupo de acogida y pertenencia, no basta.

Por supuesto, sin restarle un ápice de la importancia que tiene, cada vez tengo más presente esta cuestión en mi trabajo con mis pacientes.

Pero volviendo a Chloe, me llama la atención que cuando está en Israel, parece israelí pero cuando está en Palestina, parece palestina. Tiene mucha facilidad para adherirse, para mimetizarse.

Tiene un comportamiento "muy como si" o quizá… ¿nos podría ocurrir a cualquiera de nosotros, lo mismo si viviéramos situaciones límites? No tengo la respuesta.

Es su amiga Ava, militar, que vive en el piso de arriba, quien le permite el paso diario a Palestina, no sin antes presentarle los permisos pertinentes.

El consultorio es pequeño, está hacinado, repleto de mujeres embarazadas y puérperas que acuden con otros hijos pequeños. El jefe de Chloe es Michael, un médico aséptico de nacionalidad francesa, que realiza su trabajo sin dejarse impregnar excesivamente por el hostil entorno. Pero realiza su trabajo, sin lugar a dudas. Ambos traen hijos al mundo para que vivan.

Chloe, le lleva el embarazo a Rand, una mujer palestina. Cuida su embarazo con auténticos devoción y mimo. El marido de Rand está preso en Israel. Su futuro hijo le está ayudando a sobrellevar tan difícil situación. Los lazos de amistad entre ellas se van estrechando. Chloe empieza a conocer el precario estilo de vida de la familia de Rand y de la población palestina en general. Su madre, deprimida y casi desconectada, sus hermanos, Faysal, activista palestino y un hermano pequeño, Safi, muy pequeño para esa madre, ya mayor y con mucha diferencia de edad con sus hermanos. Safi, habla poco, muy poco, pero está siempre observándolo todo y “siempre va con su “capita” de Superman. 

Rand recoge juguetes que los habitantes del otro lado del muro tiran a algo que han convertido en un basurero. Son para su hijo Mika, como el cantante palestino que está triunfando en un festival en Israel... ¡casi nada! Su amiga Chloe le acompaña muchos ratos, cada vez más ratos.

Los niños palestinos juegan en ese basurero junto al muro, no tienen jardines ni columpios ni siquiera juguetes propios. Sus juguetes son zapatos viejos que hacen de teléfonos, con los que se despachan a gusto con los que los oprimen. Son niños viejos, conocedores de todas las dificultades y miserias. Allí, en esas circunstancias el modo fingido del juego es casi inexistente. Realidad y ficción están muy próximos. A Chloe, le hacen gracia las ocurrencias del descarado Yuseff, uno de los chicos que juegan en el basurero, pero ese ambiente tan sórdido va haciendo mella en ella.

Casi a diario habla con su madre vía Skype, pero no le habla de sus inquietudes y preocupaciones. Sin embargo, la madre va captando el cambio que se va produciendo en la mirada de su hija y trata de animarla con cosas banales, pero no lo consigue. Ni el padre ni amigos aparecen nunca reflejados en la vida de Chloe en el transcurso de toda la película. Como si hubiese aparecido allí por generación espontánea. Hay una falta de conexión emocional entre pasado y presente de

Chloe. Hay tan sólo un momento en el que ella casi suplica a su madre: "el río, enséñame el río".

Como si eso la conectara por un momento, con un fluir de la vida más agradable, más en calma, que puede que haya tenido en algún momento y hubiera perdido.

Los ratos de diversión los pasa con Ava, su amiga, en TEL AVIV. Ava, también sufre con los excesos de algunos de sus compañeros con los palestinos que tienen que cruzar a diario los checkpoints. A Ava, como a muchos judíos, no les gusta el maltrato. "Cambia de trabajo", le dice Chloe. "Yo no lo he elegido", le contesta ella.

Jerusalén, Tel Aviv, son ciudades tomadas por los militares, y, más que seguridad, generan desasosiego. A Tel Aviv, van a pasar sus ratos de diversión, Chloe y Ava. Diversión, "embriaguez del olvido de sí mismo", que le escuché una vez a Mario Vargas Llosa. No se puede definir mejor.

Contrasta hasta la locura, el ritmo frenético y moderno de Tel Aviv, con ese poblado de refugiados de Cisjordania. Tel Aviv, para algunos, la ciudad que nunca se detiene, de arquitectura “Bauhaus”, movimiento moderno que alcanza su máxima expresión en número de edificios en ella. Una de las ciudades más caras del mundo. Paradójico mundo. En esa tremenda paradoja se está moviendo Chloe.

Quizás ella, hasta cotas muy elevadas pero... ¿y nosotros? ¿cómo si no, podríamos estar tolerando en muchas ocasiones, lo intolerable? Bueno, quizás, como a Chloe, a Ava e incluso a Rand, siempre nos quedará " el rojo cereza intenso".

Dos acontecimientos terribles serán el detonante definitivo del hundimiento psicólogo de Chloe: Yusef, el “golfillo”, el descarado, es aplastado por un coche que patrulla por el basurero, ante la mirada aterrada de Chloe, que reacciona con el tiempo justo para detener a Safi, el hermanito pequeño de Rand. Y Mika, el bebé de Rand, muere porque no le dejan pasar un checkpoint para ir al hospital. Chloe, no llega a tiempo, el bebé que ha cuidado con tanto esmero muere sin que ella pueda hacer nada por evitarlo, en una de esas escapadas a Tel Aviv, en una de esas noches de rojo cereza intenso, tratando de olvidar la muerte de Yusef...Pero ante acontecimientos tan terribles, difícilmente bastan los anestésicos. Chloe va viviendo situaciones que se le van quedando grabadas en la retina del alma. Intentó salvar a Yusef, pero no pudo.

Alcanzó a Safi, el Niño que no recoge juguetes, a pesar de ser tan pequeño. Sólo recoge piedras... ¿querrá reconstruir algo? ...y cartones con fotos de Jerusalén, donde se quedó la alegría de su madre, en esas fotos, siempre al fondo, la mezquita, donde oraba probablemente de niña. O cartones con trozos de cielo azul intenso. El niño sabio.

"Todos los lados es ningún lado", dice Faysal a una ya muy débil Chloe y eso es el detonante que le hace tomar partido. De ser una chica dulce y buena, se transforma en lo que vemos en la película. Nublada ya su capacidad de pensar, pasa los explosivos que causarán una masacre en Jerusalén. Desconoce que será su propia amiga, Rand, la encargada de ejecutar tan terrible acción. La imagen de los teléfonos móviles sonando, sin tregua, de los familiares de las víctimas causan pavor. Las palomas blancas y negras, se alteran, como preludio de la tragedia. Un niño inocente, sus padres, muchos otros, cuyos rostros no conocemos, mueren. Un bucle, un auténtico bucle. Una locura...En su libro "Cuerpo, memoria, representación", la filósofa judía norteamericana Judith Butler, dijo unas palabras sobre las que tendríamos que pensar: "Nadie goza de la prerrogativa de escoger con quien convivir sobre la tierra. Podemos escoger, quizás, algunos aspectos acerca de cómo vivir y de quién rodearnos en la vida personal o profesional, si tenemos la suerte y el privilegio de hacerlo. Pero, tenemos la obligación de convivir con aquellos que existen y cohabitan con nosotros, este planeta".

Mientras tanto Safi, sigue recogiendo piedras. Madruga. Es muy madrugador, es como si sintiera que tiene una misión importante que hacer. Lo intenta de múltiples formas, lo mismo recoge piedras que carteles de Jerusalén o mirando desde lo alto y viendo la ciudad desde la distancia...pero no, así no, y entonces... ¡empieza a romper el muro! ... ¡un niño tratando de romper un muro! ...Y lo más increíble: LO CONSIGUE. Abre un agujerito y a través de él, ve dos árboles: uno grande y otro pequeño...a su lado.

Y es entonces cuando no puedo evitar recordar las tres transformaciones del espíritu de Nietzsche y la transmutación de los valores: camello, león, niño. Aunque él se refiere fundamentalmente a la moral cristiana, para mí es aplicable de manera universal a cualquier moral. El camello, imbuido de la moral tradicional, lleva a cabo lo que le han impuesto, es servicial, se arrodilla. El camello es el espíritu de carga: INCH'ALLAH, DIOS LO QUIERE. Pero el camello puede escaparse al desierto y transformarse en León y enfrentarse al deber que impone la moral tradicional y esto queda perfectamente representado por la lucha que se establece entre el león y el dragón. El león dice: "Yo quiero", el dragón dice: "Tú debes". Pero ésta no dejaría de ser una situación de tránsito hasta llegar al NIÑO, Safi. Sólo él es capaz de crear nuevos valores. El tantas veces malinterpretado, para mí, SUPERHOMBRE DE Nietzsche, El SUPRAHOMBRE, el eterno decir "SÍ"... ¿por qué no pueden romperse los muros y cohabitar el árbol grande y el pequeño, casi como un vínculo materno-filial, ayudándose a crecer mutuamente, dándose vida? Pero y ¿qué decir del pueblo judío? porque tampoco podemos olvidar que es una profecía bíblica, la que ha condicionado su vida: "A tu descendencia daré esta tierra desde el río de Egipto hasta el río grande, el Éufrates (Génesis 15,18). Para ellos, el dios es Yahvé, y así, comienza el Éxodo y mientras que para algunos judíos esto constituye una búsqueda sin tregua para cumplir la profecía y encontrar su tierra, para otros, es lo que ha hecho del pueblo judío un pueblo único y diferente. Reproduzco aquí unas palabras, para mí, muy bellas de STEINER: "La condición judía es un misterio. Dios sabe que los griegos tenían talento, que los romanos han estructurado el mundo, que el Egipto antiguo contribuyó a modelar al hombre. Todos desaparecidos. Entonces ¿por qué hemos sobrevivido? Habríamos podido asimilarnos hace mucho tiempo. No ignoro que Israel es un milagro indispensable, pero creo que el judío tiene una misión: "La de ser un peregrino de las invitaciones: explicar al hombre que en la tierra somos todos invitados, sentirnos en casa en todas partes y contribuir con todas las comunidades a las que se le invitan; y cuando llegue el día de la partida, sumamente duro, aceptar que eso forma parte de la misión de los judíos, aunque al día siguiente haya que empezar desde cero.

Al menos sé que decir: "sólo puedo amar a los que son como yo", es propio de almas innobles.

Un árbol grande y uno pequeño...al lado, al lado, ni detrás, ni delante, ni arriba, ni debajo...Al lado.

Bibliografía:

"Los no lugares" espacios del anonimato. Marc Augé. Ed.  Gedisa.1996

"Uno mismo y los otros" de las experiencias existenciales a la interculturalidad, Josep María Esquirol. Ed. Herder.2005

"Cuerpo, memoria y representación" Adriana Cavarero y Judith Butler en diálogo. Ed. Icaria.2014

"Así habló Zaratustra" Friedrich Nietzsche. Biblia (Génesis)

Cita escuchada en Sevilla a Mario Vargas Llosa.

Artículos actuales en prensa escrita sobre el conflicto Palestino-Israelí. Diario Palestina libre.

"Un largo sábado" George Steiner, conversaciones con Laure Adler. Ed. El ojo del tiempo. Siruela.


[1] Edelmira Fernández Cruz es medica, psicoterapeuta, de Sevilla, miembro del Instituto de Psicoterapia Relacional. Este comentario fue realizado dentro del ciclo 2016-17 del cine forum en el Ágora, en Madrid. 

 

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