Resumen:
El dualismo interior-exterior, con su concepción asociada de que la mente es una realidad aislada del mundo, impregna nuestro pensamiento cotidiano. En este artículo se comienza demostrando desde la filosofía del siglo XX la irrealidad de esa separación y de la estabilidad de las construcciones internas. Una vez que aislamos imaginariamente la mente, nos sentimos autorizados para soñar con atajos mágicos para superar el aislamiento, como es la telepatía o, en el psicótico, la transparencia o la sonorización de los pensamientos, el robo de ideas, la imposición de ideas desde el mundo exterior. No somos mentes, permanentes o eternas, insertas en un mundo que vemos pasar a nuestro alrededor, somos seres temporales. El yo es una representación, una metáfora interiorizada a la que convertimos en metáfora estable, pero frágil, ante una realidad cambiante, que nos dota de inmortalidad y nos consuela. El psicótico es el que vive la escisión por no haber sido capaz de manejar el convencionalismo de ese doble lenguaje, y aceptar que la realidad sea al mismo tiempo fija y cambiante, por ello necesita adherirse a objetos permanentes, con la cualidad de cosas estables. El psicótico es el que se cree en el lenguaje oficial a pies juntillas, está enfermo de convencionalismos. Si todo el mundo conoce los pensamientos del paciente, de alguna forma esto quiere decir que los pensamientos no están encerrados en la cabeza, idea contraria a la creencia cultural, lo que produce terror porque es vivido como antinatural, anula la escisión de interior y exterior, lo que significa la experiencia de la pérdida de identidad y de agencia, el descontrol. El delirio se elabora como modo de aferrarse a la realidad ante la desautorización extrema de las propias percepciones o sentimientos.
Palabras clave:
Identidad,
Self,
Dualismo interior-exterior,
escisión,
simbolismo,
ecuación simbólica,
yo
Abstract:
The inner-outer dualism, with its associated conception that the mind is a reality isolated from the world, permeates our everyday thinking. This article begins by demonstrating from the philosophy of the twentieth century the unreality of this separation and the stability of internal constructions. Once we isolate the mind in our imagination, we feel authorized to dream of magical shortcuts to overcome the isolation, such as telepathy or, in the psychotic, transparency or the sounding of thoughts, the theft of ideas, the imposition of ideas from the external world. We are not minds, permanent or eternal, inserted in a world that we see passing around us; we are temporary beings. The self is a representation, an internalized metaphor that we turn into a stable but fragile metaphor in the face of a changing reality, which endows us with immortality and consoles us. The psychotic is the one who lives the split because he has not been able to handle the conventionality of that double language, and accept that reality is at the same time fixed and changing, for this reason they need to adhere to permanent objects, with the quality of stable things. The psychotic is the one who believes in the official language at face value, is sick of conventions. If everyone knows the patient's thoughts, in some way this means that the thoughts are not locked in the head, an idea contrary to cultural belief, which produces terror because it is experienced as unnatural, cancels the division of interior and exterior, which means the experience of loss of identity and agency, the lost of control. Delirium is developed as a way of clinging to reality in the face of extreme disavowal of one's perceptions or feelings.
Keywords: Inner-outer dualism, splitting, symbolism, symbolic equation, ego, self, identity
Referencia:
Rodríguez Sutil, C. (2020). Escisión, simbolización e integración de la identidad. Clínica e Investigación Relacional, 14 (2): 379-399. [ISSN 1988-2939] [Recuperado de www.ceir.info ] DOI: 10.21110/19882939.2020.140207