sábado, 25 de diciembre de 2010 20:11
Me ha gustado mucho la lectura propuesta, porque coincide plenamente con mi manera de concebir el proceso y la relación terapéutica. Nuestro marco de acción es, sin duda la subjetividad de la persona, que se nos sienta enfrente, su experiencia, su totalidad tan completa o incompleta, como en su vida se hayan podido resolver sus faltas. Me parece imprescindible despojarnos de ese rol de analista, despegado, neutral y de alguna manera oculto, para convertirnos en , simplemente una persona que acompaña a otra, con todo un campo de conocimiento que ponemos a disposición de las necesidades del paciente. Es fundamental que conozcamos también las nuestras, nuestros “agujeros”, nuestras faltas, nuestro potencial, y que trabajemos desde nosotros mismos como agentes en los que el otro puede encontrarse cuando se halle perdido en sus miedos, donde el otro pueda sentirse acogido y sostenido, calmado, escuchado y vinculado.
En todo recorrido de dos personas hay una historia de encuentros y desencuentros, con otros y con uno mismo, y es necesario acompañar las emociones del otro mientras se recorre este camino de sufrimiento, en muchos casos. Solo reconociendo la debilidad del otro es cuando se permite que el otro sea débil; solo aceptando al otro se posibilita que el otro se acepte; me gustaría resaltar una frase que este fin de semana he oìdo: “ paso primero donde tú no te atreves a entrar” . Empatizo con el drama que supone un sentimiento de “estar perdida” de no saber por donde andar, de ni sola ni acompañada, sé que ese sentimiento de confusión produce gran dolor y mucha desesperanza: y muchas veces la forma de sanar un corazón así de perdido es con el simple reconocimiento, sostenimiento y contención de las emociones que se despiertan. Abrir y dar espacio a nuevas formas que encajan como piezas de un puzzle, vivir anhelando ese clic que parece decir “ aquí sí estoy bien” y aprender a quedarse ahí en lo cálido de ser uno mismo.
Fácil decirlo pero en ocasiones difícil de hacer: “ ser uno mismo con los otros, sin ser lo que otros esperan o sin obviarlos para poder ser”. ¿qué hacer cuando sientes que te has quedado por el camino? ¿ donde buscar?
Somos lo que hemos vivido, el “yo soy yo y mis circunstancias” parece que se torna a un “ yo soy mis circunstancias”, y ¿ cómo salir de lo dramático y la soledad de estas?... sin agarrarte a un clavo ardiendo…
En la continua búsqueda del sentido de la identidad se nos plantea una búsqueda de algo mayor: la verdad de uno mismo sin corazas, las muletas que algún día sirvieron para caminar hoy nos hacen esclavos suyos..¿cómo aprender a vivir sin lo que un día nos salvó de una gran caida? Quizá no hay una respuesta contundente y clara.. ¿ y qué es la verdad? Yo vivo con la verdad de mis pasos… y esa solo es mía ya que cada uno ha vivido algo diferente que le hace tener otras verdades.. entonces el juego cambia y hay que aprender a sostener la propia verdad sin negar la de los demás.. el fondo es el mismo: como ser yo sin sentirme invadido por los demás, como ser yo con los demás y no sólo para ellos. Vivir es un riesgo que con cierta prudencia hay que vivir pero sin los miedos que un día nos hicieron vestir la coraza de un gran guerrero.. la vida es una lucha pero no un campo de batalla.. ¿cómo renunciar a nuestras corazas y nuestros mecanismos defensivos.. cómo salir a la luz de la vida a pecho descubierto si lo que rige la vida es el miedo?’ se puede vivir rodeada de fantasmas, de miedos,.. pero los fantasmas no tienen alma..
La identidad pasa por la generatividad, no por las prótesis, somos lo que llevamos dentro no el traje que nos ponemos… las respuestas están en nosotros.. pero y si somos nuestro peor enemigo.. parece que ningún sitio es seguro… recorrer el camino de la calma, de aprender a descubrir un mundo amable donde poder soltarnos, despojarnos de los disfraces y las máscaras que en ocasiones podemos percibir como propias…
El camino para descubrir lo verdadero y lo falso que hay dentro de nosotros en un camino entruncado, no libre de obstáculos, pero en el que se pueden descubrir nuevas formas de ser uno mismo con el otro sin verse invadido o anulado por el.
Otro tema que me parece interesante es la continuidad, es difícil ser uno mismo, cuando solo se te da la posibilidad de serlo a veces… en esos vacíos de no ser tu, ¿ qué hay? Me ha gustado y de forma sútil me ha calmado la frase: “a veces perdidos, a veces encontrados pero con nosotros mismos” es bien cierto que a veces nos perdemos, nos desviamos del camino de la conexión con lo profundo pero no significa ( o asi quiero pensarlo) que nos hayamos perdido para siempre.. ahora he comprendido lo que significa tolerar la angustia de verse suspendido en un proceso…no siempre vamos a vernos igual de unidos con nosotros mismos..
Me resulta curioso el papel de la fantasía en el proceso de identidad: la fantasía aparece cuando la realidad fracasa. Te refugias en como te gustaría que fueran las cosas, y ahí vas creciendo, pero luego hay que hacer el ejercicio de pisar tierra firme, de enfrentarte a lo doloroso de lo real, a las faltas, y aprender a construir desde esas ruinas, pero al menos has tenido un lugar despajado y protegido donde ser tu, al menos sabes donde buscarte para seguir creciendo..
La tensión narcisista consiste en encontrar la propia voz en este mundo de ecos..
El socorro y la ayuda solo vienen cuando se expresan las necesidades no cuando se oculta ese yo débil con el que todos venimos al mundo, de niño desprotegido, y sobre el cual se formará la identidad futura… acoger ese frágil yo, es el verdadero punto de partida y puerto desde el que hay que partir en este mar de naufragios que en ocasiones es la vida…