sábado, 29 de noviembre de 2014 20:36
Existe en este artículo un esfuerzo por hacer compatibles las dos teorías. Sin embargo Alejandro Ávila desarrolla más ampliamente lo concerniente a la teoría intersubjetiva, es decir que en el implícito, en este trabajo, a la teoría intersubjetiva, se la reconoce como más abarcativa, así es que aunque no está del todo explicitado se nota que el autor está muy a gusto avanzando por este camino.
Para mí, una manera contextualizada de entender estas dos teorías psicoanalíticas es la siguiente: la teoría intersubjetiva es una teoría psicológica contemporánea que se esfuerza en comprender los desarrollos emocionales y la teoría pulsional es una teoría psicológica que además conllevaba un gran esfuerzo en considerar nuestra práctica clínica como una más dentro de las especialidades médicas. En aquel contexto “la psicología” era "la hermana pequeña" de “la medicina” (incluso creo que aún no había nacido). El padre del psicoanálisis fue un médico. Freud tuvo mucho mérito en darle un lugar considerado a la práctica de escuchar con atención a un paciente y a esto él le dio la categoría de "práctica clínica”, y se esforzó en construir un cuerpo teórico que -como el autor dice en este trabajo- pudiera servir para explicar lo que no se sabe del todo, pero con un implícito: hacerle “un buen sitio” dentro del contexto social de aquella época. En nuestros días “lo psicológico” “ha crecido” y sabemos que podemos intercambiar con nuestros colegas médicos de otras especialidades nuestros conocimientos sobre el desarrollo emocional y que estos nos escuchan más porque el psicoanálisis contemporáneo bebe de fuentes derivadas de la observación y nuestras teorías no se distancian tanto de lo observable como en otro tiempo.
El centro desde el que observamos a nuestros pacientes es la interacción misma y no el individuo. Buscamos que el pasado relacional que está implícito, corporeizado en la forma de vivir el presente, no obstaculice el desarrollo emocional. Nosotros pensamos que la interacción psicoanalítica en un tratamiento sirve para cambiar las "antiguas" formas de interaccionar que estaban frenando el desarrollo, pero no es un intercambio pulsional el que está en juego, ni tan siquiera para el tiempo de la diferenciación, como se apunta en parte en este trabajo, es un intercambio en el que el terapeuta interactúa con su paciente de distinta manera: sosteniendo, conteniendo, emocionándose y reflexionando juntos sobre ello. El terapeuta como catalizador de los miedos, de las emociones de aquellos vínculos significativos, constitutivos del marco en el que se desarrolló ese individuo/paciente, para registrarlos, para testimoniar que aquel estilo de relación de otro tiempo, existió y esto se realiza en la nueva relación psicoterapéutica del presente.