Resumen:
En este trabajo se busca exponer la vivencia personal a la que, durante un vuelo de regreso a mi ciudad, me encontré reflexionando sobre si podía definirme como psicoanalista relacional. Esta introspección me llevó a cuestionar mi rol como terapeuta y a considerar cómo mi propia experiencia de migración ha influido en mi práctica. La migración, un proceso emocionalmente complejo, ha transformado mi comprensión de la relación terapéutica. A través de la conexión intersubjetiva, he aprendido que tanto el terapeuta como el paciente evolucionan en este espacio compartido.
Un caso significativo fue el de D., una paciente que, al igual que yo, enfrentaba la incertidumbre de un cambio de vida. A medida que trabajábamos juntas, nuestras experiencias migratorias se entrelazaron, revelando la importancia de sostener la vulnerabilidad y la creatividad en el proceso terapéutico. La pandemia complicó aún más nuestra relación, pero también nos brindó la oportunidad de explorar nuevas formas de conexión.
El enfoque relacional, como sugiere Margaret Black, nos aleja de la figura del analista omnisciente y nos acerca a un proceso de co-creación. En este contexto, la terapia se convierte en un espacio donde tanto el terapeuta como el paciente pueden encontrar un hogar emocional, incluso en medio de la turbulencia
Palabras clave:
Cambio.,
Psicoterapeuta,
migración
Abstract:
This paper seeks to expose the personal experience that, during a flight back to my city, I found myself reflecting on whether I could define myself as a relational psychoanalyst. This introspection led me to question my role as a therapist and to consider how my own experience of migration has influenced my practice. Migration, an emotionally complex process, has transformed my understanding of the therapeutic relationship. Through intersubjective connection, I have learned that both therapist and patient evolve in this shared space.
A significant case was that of D., a patient who, like me, was facing the uncertainty of a life change. As we worked together, our migration experiences became intertwined, revealing the importance of sustaining vulnerability and creativity in the therapeutic process. The pandemic further complicated our relationship, but it also provided an opportunity to explore new forms of connection.
The relational approach, as Margaret Black (2021) suggests, moves us away from the omniscient analyst and toward a process of co-creation. In this context, therapy becomes a space where both therapist and patient can find an emotional home, even in the midst of turbulence.
Keywords: Change, Psychotherapist, Migration.
Referencia:
Román Mendoza, P. (2024). Encontrando un hogar en el cambio. Cuando terapeuta y paciente migran. Clínica e Investigación Relacional, 18 (2): 322-329. [ISSN 1988-2939] [Recuperado de www.ceir.info ] DOI: 10.21110/19882939.2024.180210